El Bosque de Chapultepec es el parque más grande de toda Latinoamérica, repleto de tesoros que no dejan nunca de sorprendernos por su increíble valor cultural y recreativo. Uno de los espacios más espectaculares de la segunda sección del bosque es sin duda el Cárcamo de Dolores, un lugar donde el arte, la ingeniería y la arquitectura se fusionan en un espacio sereno que invita a la introspección y a la reflexión. Pero lo que casi nadie sabe es que en este lugar también se encuentra la Cámara Lambdoma del artista mexicano Ariel Guzik, una obra que también utiliza complejos sistemas para convertir el paisaje en música en tiempo real.
Desde mediados del siglo XXI, el Sistema Lerma ha sido el encargado de abastecer de agua a la Ciudad de México. Ubicado en el remate norte, el Cárcamo de Dolores alimenta a toda la zona norte de la ciudad, pero con su localización privilegiada en el Bosque de Chapultepec, desde su planeación en 1951 se buscó crear un proyecto interdisciplinario en el que el arte, la ingeniería y la arquitectura se fusionaran para crear un espacio multifuncional con un valor cultural incalculable.
Para esto, se convocó al arquitecto Ricardo Rivas, al ingeniero Eduardo Molina y al artista Diego Rivera para erigir este edificio que hasta hoy en día resulta imponente. Este último se puso en acción desde el principio, y colocó en el exterior una enorme fuente dominada por la monumental figura de Tláloc, dios del agua y de la lluvia, cuyo colosal tamaño tenía la intención de recibir desde el aire a los viajeros que sobrevolaban la ciudad para aterrizar en el aeropuerto.
En cuanto a la obra de Rivera en el interior, el artista siempre supo que cualquier mural subacuático que realizara aquí sería irremediablemente efímero, ya que por este cárcamo pasan hasta 14 mil litros de agua por segundo. Sin embargo, decidió aceptar la tarea y fue así como comenzó a pintar El agua, el origen de la vida. A pesar de todo pronóstico, el mural logró rescatarse, pues se hizo una vía de paso alterna las aguas ahora corren por debajo de esta cámara que permanece abierta al público.
En el 2010, se invitó al artista mexicano Ariel Guzik para crear una instalación artística que acompañara de forma sonora los murales de Diego Rivera. Así, Guzik colocó la Cámara Lambdoma, la cual utiliza sensores eléctricos para registrar el ruido del agua que corre debajo de la tierra y del viento que sopla entre los árboles alrededor del Cárcamo, y a su vez los convierten en una música envolvente que nos recuerda que no somos los únicos que vienen aquí de paso. De esta forma, después de más de medio siglo, el Cárcamo de Dolores no solo continúa siendo un espacio funcional, sino que además sigue evocando una atmósfera de misticismo que nos invita a pasar unos minutos de reflexión e introspección.
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