Ubicado a solo 30 kilómetros de Puerto Escondido —en el mismo complejo que espacios como Casa Wabi, Kakurega Omakase, Cobarde Bar y Casas María Matilda—, Punta Pájaros es un proyecto de regeneración ambiental conformada por nueve villas frente al mar con 250 metros de playa y flora nativa, ideales para vivir una experiencia íntima, relajante y en conexión con la naturaleza.
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El principio a partir del cual se concibe Punta Pájaros es la regeneración ambiental de la zona a partir del trabajo en conjunto del arquitecto Alberto Kalach, el desarrollador Luis Urrutia y lxs visitantes, para fomentar un turismo que conviva de forma armoniosa con el entorno natural de Puerto Escondido. De esta forma, se ha logrado recuperar el ecosistema de selva baja en todo el terreno en medio del cual se yergue Punta Pájaros como una continuación del paisaje.
Punta Pájaros cuenta con nueve villas diseñadas por Kalach —siete para dos personas y dos dobles, todas con alberca propia y cocina totalmente equipada— cada una con su propia personalidad, independientes y recluidas una de la otra, y construidas con principios bioclimáticos y recursos renovables. Con el objetivo de causar el menor impacto posible sobre la superficie, las villas se edificaron sobre pivotes elevados que además ayudan a refrescar los espacios por medio de ventilación cruzada. Por otro lado, utilizan energía solar y el agua se trata antes de reincorporarla al subsuelo.
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Al centro del complejo se encuentra La Palapa, un restaurante cuya oferta gastronómica se basa en los ingredientes del mar y los productos locales. El menú cambia constantemente dependiendo de la disponibilidad de la materia prima y de la creatividad del chef, pero manteniendo siempre la simpleza de la cocina sencilla de la región. El desayuno comienza a servirse desde las 9:00 a.m., y permanece abierto hasta bien caída la noche para consentir a los huéspedes con las cenas de la mejor calidad. Otras opciones gastronómicas en el área son Kakurega Omakase —bajo la dirección del chef japonés Keisuke Harada— y Cobarde Bar —un bar selvático cuyo menú cambia todos los días dependiendo de los ingredientes que el chef descubra en el mercado—.
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