Ubicado a menos de una hora de la ciudad de Puebla, Cholula es uno de esos Pueblos Mágicos que no pueden faltar en la lista de ningún viajero mexicano. Su gastronomía, su folclore, su gran pirámide, sus edificios barrocos, su vibrante vida nocturna, sus galerías: por donde lo mires, el destino merece un viaje de varios días para disfrutar de todo lo que tiene para ofrecer. Existe también el dicho popular de que Cholula tiene 365 iglesias, y aunque lamentamos decirte que el número es más bien una hipérbole, si tiene varios templos dignos de conocer. Estas son algunas de las iglesias más bonitas de Cholula, para que las anotes para tu próxima visita.
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Santuario de la Vírgen de los Remedios
Por supuesto, toda ruta por este Pueblo Mágico de Puebla comienza en el famoso santuario construido sobre el Tlachihualtepetl, también conocido como la Gran Pirámide. Además de ser la más popular, esta también es una de las iglesias más bonitas de Cholula. No obstante, no siempre fue el gran templo que es hoy. En 1594 inició su construcción como una humilde ermita, pero a mediados del siglo XIX fue destruida casi en su totalidad por un terremoto. La reconstrucción implicó también un rediseño mucho más imponente, el cual contemplaba una fachada neoclásica y un interior de estilo barroco con altares de madera, decoración dorada y una enorme cúpula recubierta en el exterior con azulejo de talavera.
Iglesia de Santa María Tonantzintla
Este tesoro ubicado a menos de una hora del Centro Histórico de Puebla no solo es una de las iglesias más bonitas de Cholula, sino también una de las máximas expresiones del barroco indígena. El nombre deriva de Tonantzin, diosa mexica de la Tierra, y quien fue asociada con la Virgen María tras la llegada del cristianismo. Este fue el único templo franciscano donde los artistas indígenas tuvieron total libertad creativa para plasmar en la cúpula —la cual data del año 1600— el cielo de Tláloc, dios de la lluvia, ángeles de rasgos indígenas y flores, frutas y plantas características de la región. Cuatro retablos de cedro con laminado de oro ilustran distintas imágenes religiosas que integran motivos americanos como capulines, tejocotes, zapotes y cacao. En el atrio, se pueden ver santos con pelucas de pelo natural que las personas llevan como ofrenda para agradecer por los milagros que les han cumplido.
Parroquia de San Pedro
Ubicada sobre la plaza principal de San Pedro Cholula, la Parroquia de San Pedro es otra de las que vale la pena incluir en el itinerario de viaje cuando vayas a este Pueblo Mágico. La construcción data de mediados del siglo XVII y tiene algunas particularidades que la hacen destacar de otros templos cristianos de la zona, como su torre de estilo churrigueresco —que además es la más alta de Cholula—, y su portada barroca orientada hacia el oriente. No te olvides de entrar para admirar las pinturas neoclásicas del célebre artista Cristóbal de Villalpando.
Ex Convento de San Gabriel
Además de ser una de las iglesias más bonitas de Cholula, se trata también de uno de los conjuntos conventuales más antiguos de América. Fue construido en 1528 con mano de obra indígena sobre las ruinas del templo de Quetzalcóatl. El edificio es de estilo neoclásico y consta de capillas, un atrio bardeado —que conserva frescos coloniales y el piso original—, el templo principal y el claustro. Destaca la Capilla de los Naturales —también llamada Capilla Real—, la cual se construyó en 1540 para adoctrinar a los indígenas y revela rasgos moriscos como un asombroso techo conformado por 49 cúpulas que abarcan las siete naves del templo, y una pila de agua bendita del siglo XVI. Por otro lado, la Capilla de la Tercera Orden tiene una fachada barroca, un altar de estilo neoclásico y una cúpula decorada con murales.
Templo de San Francisco Acatepec
Este es otro gran ejemplo del barroco mexicano, con una vibrante fachada del siglo XVIII recubierta con ladrillos rojos y talavera de colores blanco y azul —alusivos al manto de la Vírgen María— y verde y amarillo —referenciando a San José— elaborados por maestros alfareros de la zona. Su gran atrio octagonal llegó a funcionar como capilla abierta y como campo santo, y en el interior tiene una magnífica decoración con molduras doradas e imágenes realizadas con policromía, santos tallados en madera y un púlpito también policromado.