Con sus árboles milenarios y sus grandes lagos, los bosques de Michoacán ofrecen paisajes naturales que no le piden nada a destinos como la Huasteca Potosina, la Selva Lacandona o las Barrancas del Cobre. A solo 40 minutos de Pátzcuaro, una hora de Uruapan y una hora y cuarto desde Morelia, el lago de Zirahuén es uno de los rincones más cautivadores de Michoacán, no solo por sus espectaculares panorámicas y sus actividades ecoturísticas, sino también por la fascinante leyenda que lo rodea.


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El espejo de los dioses
En el corazón del bosque, el lago de Zirahuén –también conocido como Agua Verde– se inscribe en una atmósfera de serenidad absoluta. Se trata de un cuerpo de agua de más de cuatro kilómetros de diámetro, y una profundidad que alcanza los 40 metros en su parte central. Lo que roba el aliento desde el primer instante, es que sus aguas son tan cristalinas, que en su enorme superficie se reflejan el cielo y los altísimos pinos que se yerguen alrededor del lago. Es por eso que los purépechas lo bautizaron como ‘el espejo de los dioses’.


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Qué hacer y dónde alojarse cerca del lago
Sin duda, el lago de Zirahuén en Michoacán se caracteriza sobre todo por su oferta de actividades ecoturísticas: desde nadar o dar un paseo en kayak, hasta hacer senderismo y bicicleta en las montañas circundantes. Sin embargo, este sitio es perfecto para pasar el día —o el fin de semana— completo, pues no faltan opciones para comer e incluso para dormir. Para empezar, hay un muelle donde encontrarás cocineras tradicionales ofreciendo antojitos típicos. Por su parte Zirahuén Forest & Resort es un complejo que ofrece hotel, cabañas y cuatro restaurantes para satisfacer todos tus antojos sin perder vista del lago en ningún momento.



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La leyenda de la princesa Eréndira
Pero además de las postales, el lago de Zirahuén se ha inmortalizado a través de la leyenda de la princesa Eréndira. La historia se inserta en el marco de la Conquista, tras la caída de Tenochtitlán, cuando los españoles avanzaron hasta el territorio purépecha en el actual estado de Michoacán. Se dice que al llegar a esta región, un capitán español quedó cautivado por la belleza de la princesa Eréndira, hija del rey purépecha. Cuando ella no mostró interés, el capitán la raptó y la mantuvo prisionera en un valle rodeado de montañas. Desesperada, imploró a los dioses del día y de la noche que la liberaran. Tal era su desdicha, que sus lágrimas cayeron como un torrente, creando así un enorme lago: el lago de Zirahuén. Para ayudarla a escapar, los dioses transformaron a Eréndira en sirena.

Según los lugareños, justo antes del amanecer, Eréndira sigue emergiendo de las aguas del lago de Zirahuén envuelta en la neblina. Aunque es imposible ver su rostro, su tristeza antigua cautiva a los hombres de corazón oscuro, y los seduce hacia las aguas del lago de donde no vuelven a salir jamás.

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