En la mente de casi cualquier persona, Costa Rica es un paraíso. Seguro tú o varios de tus conocidos lo tienen en la lista de destinos soñados, y no se equivocan. Hace unos días volamos a este país y podemos confirmar que supera cualquier expectativa. Aunque es pequeño, pocos países concentran tanta belleza: bosques tropicales, selvas, volcanes y costas paradisíacas tanto en el Caribe como en el Pacífico. Desde que el avión va aterrizando en San José, el paisaje sorprende porque no dominan los edificios ni el concreto, sino un verde intenso que cubre gran parte del territorio, –casi el 30% es Área Natural Protegida–. Pero si bien la capital tiene su encanto cultural, la verdadera magia está en la naturaleza. Por eso, llegamos al Hotel El Mangroove, un alojamiento de lujo en la costa del Pacífico, en la provincia de Guanacaste, una de las zonas más exclusivas y hermosas del país, de hecho, es favorita de grandes celebridades como las hermanas Kardashian o Michael Jordan que lo visitan más de una vez al año. Así que si estás planeando un viaje a Costa Rica, esta experiencia podría encantarte tanto como a nosotras, y a continuación te damos todas las razones.


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Porque el trayecto al hotel ya es toda una experiencia
La magia empieza antes de pisar el hotel. Para llegar a Guanacaste hay que trasladarse a la ciudad de Liberia, lo que en auto toma alrededor de cuatro horas, pero –aquí viene el verdadero plus– también puedes hacerlo en avioneta. Y si nunca has volado en una, créenos, nadie debería perdérselo. Al aterrizar en San José, solo hay que salir del Aeropuerto Internacional y cruzar literalmente a un costado para llegar a la Terminal Doméstica, como le llaman allá, desde donde salen los vuelos locales. En la sala de espera puedes ver las estilosas avionetas pintadas con los colores de la bandera costarricense. Y cuando llega el momento de abordar y descubrir ese interior diminuto donde solo caben 14 personas, –incluyendo al piloto y copiloto–, se siente una mezcla de asombro y adrenalina que difícilmente se olvida. Si te toca hasta adelante, puedes ver el panel de control completo. Y una vez en el aire, la vista es simplemente alucinante pues al volar más bajo, quedas a la altura de las nubes y de las montañas, así que puedes apreciar con claridad la exuberancia verde de Costa Rica. Dicen que la tierra es tan fértil que todo lo que cae aquí crece. En apenas 45 minutos aterrizas en Liberia, y desde ahí solo faltan 20 minutos en auto para llegar al Hotel El Mangroove, que además es el complejo de playa más cercano al aeropuerto.


Por el diseño del hotel, un paraíso tropical de lujo
La segunda razón para hospedarte aquí es su diseño y entorno. El Mangroove forma parte de la Autograph Collection de Marriott, así que el lujo está garantizado; incluso figura en la Guía Michelin. Como su nombre lo indica, –mangrove significa ‘manglar’ en inglés–, y esta es la inspiración del hotel: árboles centenarios y jardines tropicales en cada rincón. A diferencia de los complejos gigantescos donde uno se pierde, este resort tiene el encanto íntimo de un hotel boutique. Cuenta con 85 suites distribuidas en cuatro torres bajas, lo que asegura tranquilidad y cero aglomeraciones. Todas las habitaciones, incluso la más sencilla, son amplias y cómodas, con muebles de madera autóctona y detalles tropicales como hamacas y cómodos sillones para descansar, mientras que las suites más extravagantes cuentan con piscina privada. Aún falta mencionar la joya central del hotel: su piscina alargada, considerada la más larga de la región. Rodeada de tumbonas acolchadas y con vista directa al océano. Si prefieres la arena, solo necesitas dar unos pasos para sumergirte en las cálidas y tranquilas playas de Guanacaste.



Para vivir el Congreso Gastronómico Sostenible
Pero si hay algo que hace verdaderamente único al Mangroove es que aquí se organiza el Congreso Gastronómico Sostenible, otra gran razón para hospedarte aquí durante tus vacaciones en Costa Rica. Este congreso, que se celebra cada año, reúne a algunos de los chefs más reconocidos del mundo, varios con estrellas Michelin, quienes a través de conferencias, demostraciones y cenas de gala comparten sus técnicas y filosofías sostenibles, con un enfoque que resalta el producto local, el respeto al medio ambiente y a las comunidades. Tener la oportunidad de vivirlo en persona es increíble: ver a los chefs cocinar de cerca, escuchar sus historias, aprender sus técnicas y, por supuesto, probar platillos que son auténticas obras de arte culinarias. El evento culmina con una gran cena de autor. Cada bocado celebra los sabores, aromas y texturas de productos locales y sostenibles, y deja claro por qué este hotel se ha convertido en un referente de la gastronomía en Costa Rica.





Por sus restaurantes que conquistan con sabores ticos y mediterráneos
Aunque asistir al congreso es un plus enorme, El Mangroove es un destino culinario por sí solo todo el año. Cuenta con tres restaurantes que celebran la riqueza local desde distintas perspectivas. Makoko ofrece una propuesta contemporánea que reinterpreta la cocina costarricense con ingredientes locales como ostras, yuca, berenjena y frutos silvestres. Aquí mismo, en el desayuno, puedes probar sabores ticos como el gallo pinto, –una mezcla de arroz con frijoles–, el cerdo frito, distintos ceviches o los clásicos patacones, de plátano frito. Para algo más relajado y playero está Matiss, con techo de paja y arena bajo las mesas, ideal para disfrutar pescados recién salidos del mar y frutas tropicales frente a la playa. El broche de oro es Malú, el restaurante más elegante del hotel. Su propuesta mediterránea combina lo mejor de puertos europeos como Grecia, Italia, Francia, España y Marruecos, en un entorno más cerrado y sofisticado. Además, fiel a su filosofía sostenible, el hotel trabaja de la mano con pescadores locales con precios justos a cambio de producto fresco de altísima calidad y también desarrolla campos de permacultura para rescatar ingredientes de la región.




Por los paseos en yate que revelan la belleza natural de Guanacaste
Otra gran razón para hospedarte aquí son los paseos en yate que ofrece el hotel para descubrir la belleza de la Península de Papagayo. El Mangroove cuenta con dos embarcaciones privadas que te llevan a explorar este paraíso natural. Durante el recorrido puedes avistar ballenas, delfines e incluso algún tiburón que habita estas aguas. También te llevan a zonas donde viven tortugas marinas, y ahí puedes bajar a hacer snorkel para verlas de cerca, una experiencia mágica. El itinerario incluye paradas en puntos icónicos como la Monkey Head Rock, –una enorme roca con forma de cabeza de gorila–, y en playas vírgenes para nadar y tomar el sol. Si te gusta la aventura, también puedes practicar paddle surf, kayak, pesca o surf. Y si prefieres recorrer por tierra, el hotel ofrece bicicletas para explorar la zona a tu ritmo. Sea cual sea el plan, estos paseos te regalan una perspectiva única de la naturaleza exuberante que rodea este paraíso.



Por la desconexión total y el bienestar en medio de la naturaleza
Y por supuesto, unas vacaciones no están completas sin un buen momento de relajación, y en esto El Mangroove no se queda atrás. Su Bearth Spa está inmerso en la naturaleza, con cabinas de masaje al aire libre entre frondosos bosques. Ahí, mientras te dan un masaje corporal, lo único que escuchas son los sonidos suaves de la fauna local y el murmullo de los manglares, creando un ambiente de calma absoluta. Si prefieres un entorno más privado, también tienen cabinas interiores y una amplia variedad de tratamientos faciales y corporales, además de sala de vapor y jacuzzi separados para hombres y mujeres. Justo a un lado está el gimnasio, completamente equipado, y un espacio para practicar yoga en medio de un entorno natural. Cuando llegamos a Costa Rica descubrimos que tienen uno de los lemas más bonitos: ‘Pura Vida’. Y después de hospedarnos en El Mangroove entendimos que más que una frase, es un sentimiento.
Dirección: Golfo de Papagayo, Guanacaste, Costa Rica
Página: elmangroovehotel.com



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