Bencomo abrió sus puertas al público hace algunos meses en San Jerónimo y definitivamente vale la pena tenerlo en el radar no solo por su propuesta gastronómica —comida contemporánea de herencia mexicana, con guiños muy distinguibles de cocina internacional—, sino también por su decoración ecléctica que invita a los comensales a vivir experiencias muy distintas en cada uno de sus espacios.
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De la mano del chef Jonathan Quintero, el menú ha sido diseñado para narrar una historia familiar que inicia a inicios del siglo XIX en el rancho Temosáchic, Chihuahua, cuando Jose María Bencomo viajaba a la Ciudad de México para comerciar los productos e ingredientes que cultivaba en sus tierras, mismos que supo transmitir y heredar a su descendencia. Así pues, Bencomo está pensado para ser el escenario de los momentos especiales que se convertirán en historias y recuerdos de familia de sus comensales.
Ya sea que decidas pasar la mañana, tarde o noche entre familia y amigos en el patio colonial o en el jardín de las monarcas, o que prefieras algo más íntimo en la cava inspirada en Marruecos o en la bóveda inspirada en las bodegas de Dom Perignon, Bencomo está listo para recibirte y brindarte el mejor ambiente y servicio para hacer de cada visita un momento único y especial.
Incluso si tienes la mañana apurada y no te da tiempo de quedarte al desayuno, Bencomo tiene un servicio de panadería ‘to-go’ espectacular, con pan dulce recién salido del horno y un café que te abre los ojos y te saca una sonrisa. Pero si tienes tiempo, arrancar el día aquí es una delicia. No te puedes perder las reinterpretaciones de los platillos más clásicos, como las enfrijoladas dúo, los huevos bencomo o el omelette milpa, basado en los pilares de la dieta mesoamericana: el maíz, el frijol y la calabaza.
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Por su parte, vale la pena compartir los platillos de la carta de comidas para probar un poco de todo. Para empezar, los corazones gigantes de alcachofa, los tuétanos con pulpo y la ensalada César Bencomo son ideales para abrir el apetito. Para los platos fuertes, no te puedes perder la costilla en mole negro con hongos ni la sopa de piedra que se cocina en la mesa para que no te pierdas de un segundo de la magia detrás de este manjar de mariscos.
Los postres son otro espectáculo tanto para el paladar como para el ojo. El orgullo de la casa —y con mucha razón— es el Arroz Tres Leches, cuya presentación ni te contamos porque las fotos lo dicen todo: cuando llega a tu mesa, lo primero que se te cruza por la cabeza es pedir chile del que pica. A nuestra consideración, si te gusta lo dulce, el Carajillo Azteca (elaborado con un mix de champurrado de la casa) es uno de los mejores que vas a probar en la ciudad.
Finalmente, la mixología y los vinos de la casa son el complemento perfecto para acompañar tus comidas, no solo por su calidad, sino por el equipo detrás que se encarga de elegir minuciosamente los maridajes para redondear la experiencia.