Basta con manejar media hora desde Morelia para llegar a uno de los pueblos de mayor tradición de Michoacán. Todo el mundo reconoce esas vajillas de cerámica con brillantes y minuciosos diseños de flores hechas de miles de puntos que sorprenden con la precisión de la técnica, o bien las coloridas catrinas de barro que se han convertido en un emblema del imaginario mexicano cuya belleza le ha dado la vuelta al mundo. Sin embargo, muy poca gente conoce Capula, el pueblo alfarero de casas de adobe con techos de teja donde nacen estas artesanías.
Morelia es una de las ciudades más deslumbrantes de México, catalogada como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO y uno de los grandes bastiones de la cultura y del cine mexicano. Desde recorrer sus callejuelas adoquinadas y descubrir sus edificios virreinales, hasta degustar su propuesta gastronómica y el delicado trabajo de los pueblos artesanos de los alrededores, este es un destino que no puede faltar en la lista de ningún viajero. Si bien para llegar a Capula habrá que salir de la capital michoacana, esto será solo por un momento, pues el pueblo se encuentra dentro del mismo municipio.
El aire en Capula se respira diferente, con un aroma a barro que adivina la actividad principal a la que se dedica más de la mitad de la población. Sabrás que llegaste a Capula al encontrarte con una Catrina Monumental que anuncia la entrada del pueblo. Definitivamente aquí el atractivo principal es visitar las casas de las familias y maestros artesanos que se dedican a la elaboración de vajillas, loza y catrinas de barro, muchas de las cuales operan como tienda y taller a la vez. No obstante, también vale la pena recorrer el jardín municipal y visitar la Iglesia de Santiago Apóstol.
Las artesanías de Capula son el reflejo de su historia. Se ha escrito poco sobre los orígenes de este pueblo michoacano, pero lo que sí sabemos es que sus raíces se encuentran en la época prehispánica, y que ya desde entonces esta era una comunidad dedicada a la alfarería. Tras la llegada de los españoles y la fundación oficial de Capula a mediados del siglo XVI, el obispo Vasco de Quiroga se encargó de estructurar la actividad a la usanza de las costumbres europeas, la cual privilegiaba la producción de objetos utilitarios como cazuelas y lozas.
Pero no fue sino hasta el siglo XX cuando las artesanías de Capula adquirieron ese estilo único que las distingue hasta el día de hoy. En 1930 llegó al pueblo el maestro Juan Panduro, quien le enseñó a los demás artesanos el decorado de la loza. Por otro lado, en 1970, el sacerdote Javier Solís inauguró la primera Feria de la Olla y la Cazuela para incentivar esta práctica ya no solo con fines utilitarios, sino también decorativos. No fue sino hasta 1980 que el maestro Juan Torres vino a revolucionar la alfarería de Capula, pues fue él quien introdujo la famosa catrina de barro inspirada en el personaje creado por José Guadalupe Posada.
Además de los talleres, puedes visitar el Mercado de Artesanías para comprar objetos de cerámica y apreciar una muestra un poco más amplia de la variedad de técnicas y sellos personales que distingue el trabajo de los maestros artesanos del pueblo. Si tienes oportunidad, la última semana de octubre y la primera de noviembre se celebra la Feria de la Catrina, un espectáculo en el que se presume la enorme habilidad alfarera e imaginación de los habitantes de Capula.
¡Viajen, disfruten y compartan!