Tepoztlán es una maravillosa ciudad colonial declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad, con un acervo cultural que también la ha posicionado como Pueblo Mágico. Cuenta con una gran cantidad de atractivos turísticos, entre ellos la Cascada de San Jerónimo, un tesoro natural oculto entre dos cañones que definitivamente vale la pena descubrir. Sigue leyendo para conocer más sobre este maravilloso destino.
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Tepoztlán es uno de los Pueblos Mágicos más especiales de Morelos, ubicado a una hora de la CDMX y con infinidad de atractivos turísticos que vale la pena descubrir. Para amantes de los escenarios naturales, la Cascada San Jerónimo es uno de los lugares más hermosos que se pueden conocer, ideal para quienes necesiten una escapada de atmósfera tranquila y completamente inmersa en el medio ambiente.
La Cascada San Jerónimo está ubicada apenas 10 minutos a las afueras de Tepoztlán, con aproximadamente 30 metros de altura y rodeada de una exuberante vegetación. Es un lugar de ensueño que no deja de cautivar turistas locales y extranjeros, ya que visitarla es el plan perfecto para alejarse del ajetreo turístico del Pueblo Mágico, así como conocer un sitio de magnificencia orgánica y riqueza biodiversa.
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Su historia se remonta a la época prehispánica, ya que gran parte del Tepoztlán se considera como espacio sagrado y frecuentado para realizar rituales en honor a sus dioses. Lo mejor de todo es que la ruta hacia la Cascada San Jerónimo es bastante sencilla, ya que se puede partir desde el centro del Pueblo Mágico hacia el Cerro del Tepozteco, y posteriormente caminar por un sendero ligero hasta la cascada. Se recomienda llevar zapatos cómodos –de preferencia antiderrapantes— y ropa adecuada para caminar por el bosque.
Una vez que se llega a la Cascada San Jerónimo, se puede disfrutar la imponente belleza natural de sus escenarios, que destacan aún más al establecerse justo entre dos cañones del Cerro del Tepozteco. Al caer desde una gran altura, sus aguas cristalinas forman una especia de poza natural donde se puede nadar y refrescarse, que sin duda alguna será recompensa perfecta después de la caminata.