Construida a lo largo de tres siglos, la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México no solo es considerada la primera catedral de América y uno de los más grandes tesoros de la arquitectura novohispana, sino que también está repleta de detalles ocultos cargados de significado. Este es un templo vivo que recibe cientos de devotos cada semana, pero también es uno de los edificios más bonitos de la ciudad, el cual se ha convertido en un referente cultural que atrae a otros tantos visitantes que desean descubrir más sobre los secretos que aquí se revelan. Aquí te dejamos algunos detalles que ver en la Catedral que sí o sí tienes que buscar la próxima vez que la visites (asegúrate de ir con tiempo, porque se pasará volando).
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Ventanas arqueológicas
Uno de los datos más fascinantes de la Ciudad de México es que está construida no solo sobre un lago, sino sobre la antigua ciudad de Tenochtitlan. Es bien sabido también que muchos de los edificios de los primeros años de la colonia, sobre todo los religiosos, fueron construidos con las piedras de los templos de la antigua civilización prehispánica. Si bien el único recinto mexica que ha sido desenterrado y abierto al público hasta ahora es el Templo Mayor —a un costado de la Catedral Metropolitana—, se sabe que debajo del Centro Histórico existen montones de estructuras prehispánicas como el templo de Ehécatl (dios del viento), que se puede observar debajo de las ‘ventanas arqueológicas’ en el suelo del atrio de la catedral.
Los santos en las torres
Dos de los elementos más prominentes de la estructura de la Capital Metropolitana de la CDMX, son las altas torres que flanquean el edificio. Debido a su altura —alrededor de 65 metros—, a veces la cima puede pasar desapercibida, pero vale la peña fijarse en los detalles que las coronan, pues cada torre nos revela ocho esculturas representativas de los santos protectores de la ciudad, cuatro doctores de la Iglesia Occidental, y otros cuatro doctores de la Iglesia en España. Entre los santos que resguardan la ciudad desde las alturas, se encuentran Fulgencio de Cartagena, Santa Bárbara, San Ambrosio, San Jerónimo, Santa Rosa de Lima y San Felipe de Jesús.
La sacristía
Un espacio para nada secreto pero muy poco conocido que definitivamente vale la pena visitar dentro de la Catedral Metropolitana es la sacristía, ubicada detrás de espectaculares portones de hierro decorados con símbolos alusivos a la virgen María. Tradicionalmente, las sacristías son el lugar en el que se guardan los objetos y atuendos que se utilizan durante el culto religioso, y donde los sacerdotes se preparan antes de salir a dar la misa. La sacristía de la Catedral es una espectacular muestra del gótico flamígero, con pinturas de artistas novohispanos como Cristóbal de Villalpando y Juan Correa.
Un cuadro que perteneció a la primera catedral de la ciudad
Si bien la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México es considerada como la primera catedral construída en América, en realidad se trata de la segunda que se construyó en la capital del virreinato. La primera, considerada un templo necesario pero provisional, funcionó durante el tiempo que tardó en habilitarse esta magna construcción novohispana. Sin embargo, la ‘nueva’ Catedral Metropolitana guarda algunos vestigios de la primera, como una pintura atribuída a Martín de Vos en la capilla de Nuestra Señora de las Angustias de Granada. Este lienzo, de cuyo autor no se conserva registro, es una pintura de una estatua ubicada en Granada, España.
La capilla dedicada al primer santo mexicano
Nacido en 1572 en la Ciudad de México, Felipe de las Casas fue un jóven fraile franciscano quien, después de dedicarse al comercio en Manila durante un tiempo, decidió volver a la Nueva España para tomar el hábito y ordenarse como sacerdote. Sin embargo, durante el trayecto el barco naufragó hasta llegar al archipiélago de Japón, donde, en 1597, Felipe sería martirizado en Nagasaki junto con un grupo de frailes franciscanos y jesuitas. Considerado el primer santo mexicano, su nombre se guarda en la hagiografía como San Felipe de Jesús, y en 1636 se consagró una capilla de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México en su honor. La escultura que hoy podemos ver data del siglo XVII, y está rodeada de pinturas que relatan distintos momentos de la vida y martirio del santo.
Los vitrales de Mathias Goeritz
Si bien la Catedral Metropolitana se considera como una de las obras cúspide de la arquitectura colonial —con marcadas influencias del barroco, el neoclásico y el gótico—, este lugar ostenta también detalles modernos que no van más allá de la década de los 60 del siglo XX. Se trata de los vitrales diseñados ni más ni menos que por el artista polaco Mathias Goeritz, los cuales fueron duramente criticados por algunos de los personajes más conservadores de la época por el fuerte contraste entre la estética barroca y la moderna. Sin embargo, estas ventanas utilizan el color y la geometría para hacer alusión a la divinidad y la espiritualidad (dos temas que inquietaban a Goeritz) a través de la luz.