Hace más de 50 años, en medio de un gran florecimiento económico, México fue anfitrión de los Juegos Olímpicos de 1968. Ese año fue testigo de una serie de eventos que, para bien o para mal, marcarían la historia de nuestro país. Con las olimpiadas del 68, se buscaría posicionar a México no solo al centro del mundo de los deportes, sino también mostrarlo a la vanguardia de la cultura y la arquitectura. Así pues, durante este periodo se construyeron varios edificios que hoy en día se han convertido en emblemas de la CDMX. Estos son algunos de ellos.
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Mercado de Artesanías de la Ciudadela
Si alguna vez has estado en busca de artesanías mexicanas para decorar tu casa o para regalar a tus seres queridos, seguramente habrás terminado recorriendo los pasillos interminables del Mercado de Artesanías de la Ciudadela. Aquí trabajan 350 vendedores que ofrecen todo tipo de productos elaborados en los talleres familiares de artesanos de distintas regiones del país, desde ropa, manteles y cojines bordados hasta cerámica, joyería, vajillas, alebrijes, objetos de madera y de metal. Lo que pocos saben es que la Ciudadela se inauguró para los Juegos Olímpicos de 1968, para exhibir y promover el patrimonio artesanal de México.
Dirección: Balderas S/N, Colonia Centro
Ruta de la Amistad
Esta serie de esculturas de gran escala se concibió para acompañar el trayecto por el Periférico Sur, una importante ruta que tanto atletas como espectadores recorrían en su camino hacia las sedes de los Juegos Olímpicos de 1968. El proyecto fue concebido y dirigido por Matías Goeritz, y además se consolidó como el corredor escultórico más largo del mundo, con 17 kilómetros de longitud y 19 obras construidas en concreto por artistas de los cinco continentes. Aunque pasadas las olimpiadas y con el rápido crecimiento de la ciudad, estas esculturas perdieron protagonismo, algunas siguen siendo grandes referentes, como El Sol Rojo del artista estadounidense Alexander Calder afuera del Estadio Azteca, Puertas al viento de la artista mexicana Helen Escobedo en Cuemanco y Muro Articulado del artista austriaco Herbert Bayer en la Zona Arqueológica de Cuicuilco.
Alberca Olímpica Francisco Márquez
Para celebrar las competencias de natación, clavados, waterpolo y pentatlón de las olimpiadas del 68, se mandó construir un enorme edificio que no solo albergaría la alberca olímpica, sino también el gimnasio olímpico. Este gran edificio de imponentes curvas de concreto y cristal que todavía resalta sobre Río Churubusco fue el escenario donde el mexicano Felipe ‘El Tibio’ Muñoz ganó la medalla de oro, y hoy en día es posible inscribirse para ir a nadar y tomar clases en sus instalaciones.
Dirección: Av. Río Churubusco, Gral Anaya, Benito Juárez
Hotel Camino Real de Polanco
Tras el anuncio de que México sería el país anfitrión de los Juegos Olímpicos de 1968, iniciaron los preparativos para recibir a los miles de asistentes que seguramente llegarían a la capital mexicana para el evento. Así fue como se comisionó a los aclamados arquitectos mexicanos Ricardo Legorreta y Luis Barragán para diseñar el Hotel Camino Real de Polanco, una joya de la arquitectura moderna que se convertiría en uno de los hoteles de lujo más emblemáticos de la CDMX. Por si la grandeza del edificio no fuera suficiente, dentro podemos encontrar obras de artistas de la talla de Mathias Goeritz, José Luis Covarrubias, Rufino Tamayo, Pedro Coronel y Pedro Freideberg.
Dirección: Calz. Gral. Mariano Escobedo 700, Anzures
Palacio de los Deportes
Como su nombre ya lo sugiere, el que hoy es una de las principales sedes de conciertos de la CDMX, también fue construido e inaugurado con motivo de las olimpiadas del 68: el Palacio de los Deportes. El edificio es obra de uno de los arquitectos más notables de la época, Félix Candela, quien trabajó de la mano con Antonio Peyri y Enrique Castañeda Tamborell para diseñar el edificio donde se llevarían a cabo las competencias de boxeo, lucha libre, levantamiento de pesas y esgrima (aunque también se pueden celebrar torneos de voleibol, baloncesto, hockey y eventos ecuestres). Cuenta con un aforo de casi 18000 plazas y una revista estadounidense se refirió al edificio como ‘El Palacio de los Mil Soles’, por sus icónicas cúpulas recubiertas de cobre. Afuera, la escultura Osa Mayor de Mathias Goeritz era otra de las estaciones de la Ruta de la Amistad.