La inspiración de Hiya surgió en un callejón de China, donde el chef Alain Fainsod, se topó con una escena que marcaría su futuro culinario. Una mujer local atendía una parrilla robata improvisada, ofreciendo a los transeúntes una variedad de ingredientes que cocinaba al momento. Aquella experiencia, tan simple y a la vez tan rica en sabores, motivaron a Fainsod a recrearla en la Ciudad de México, pero elevando el concepto a un nuevo nivel. Así, esa semilla se convertiría en un proyecto que meses más tarde florecería en Hiya: un restaurante pequeño, íntimo y lleno de vida, donde la cocina japonesa se fusiona con las tradiciones culinarias de China y Corea.
Sobre la calle Sinaloa, en la Roma Norte, está Hiya pero oculta, como un secreto a voces. Escondida detrás de la fachada de Yoro, –otro restaurante del mismo chef pero de handrolls–, para llegar a Hiya hay que pasar por un discreto pasillo y, como si cruzaras un umbral, custodiado por una cortina, se llega a este íntimo pero sofisticado refugio. Enseguida te envuelve la atmósfera de un espacio reducido pero cuidadosamente diseñado, donde cada detalle evoca la estética japonesa. Las paredes, adornadas con paneles de shoji, crean una sensación de calidez. El nombre ‘Hiya’ que significa ‘lugar del fuego’, es una promesa que se cumple al instante. La iluminación, tenue y cálida, se filtra a través de grandes lámparas de papel que cuelgan del techo, los pequeños sillones invitan a relajarse. La cocina y la barra, a la vista de los comensales, son el corazón palpitante de este rincón gastronómico, y un sistema de sonido de alta calidad te envuelve en un ambiente vibrante que invita a celebrar cada bocado con un movimiento del cuerpo.
El menú de Hiya ofrece una gran variedad de recetas originales de la casa, y, aunque todas están influenciadas por la cocina asiática, en realidad no están ‘casados’ con ningún concepto. Muchos de sus ingredientes son mexicanos, y de hecho, trabajan con un 50/50 de ingredientes importados y nacionales, todos de la más alta calidad. Una de las ideas de Hiya, es precisamente encontrar el balance en donde las culturas puedan fusionarse perfectamente en un plato, tanto que ya no sea importante saber de dónde son, sino solamente encontrar que son deliciosos. Por ejemplo, uno de sus especiales es el Ceviche lobina con tinta de calamar, hueva de salmón, pulpo al carbón y la fusión de dos chiles internacionales: el kosho y el serrano.
Otro de sus platillos icónicos es el Camarón vestido, con salsa talla, cebollín y unas gotitas de limón. O las suavísima Aguja de oro,–Hongo Enoki japonés, uno de los más dulces–, con chile coreano. Si buscas algo más ligero pero igual de sustancioso, prueba la Ensalada de hojas con home al centro, o unos Elotes babys con un delicioso queso parmesano, aderezo de cebollín y chile coreano. Si tienes antojo de carne, el ideal es el New York cortado en láminas, con chimichurri y cebollas, o qué tal un Vacío de res, sacado de la cadera y las costillas, con salsa fermento de chiles verdes, la carnita es tan tierna que se deshace en la boca.
Por favor, no te vayas sin probar el Pulpo a las brasas, con cebollín y salsa de talla. Acompaña tus alimentos con deliciosos cócteles preparados en la barra, como el tradicional de la casa, la Mescalina Yuzu, o si prefieres algo sin alcohol puedes pedir la refrescante Limonada Yuzu. Y como siempre hay espacio para el postre, maravíllate con el Cheesecake de higos, que además de precioso es tan suave como una nube, dejando en tu paladar un sabor dulce y cremoso. En Hiya te vas a enamorar, la vibra japonesa, la música seleccionada y los sabores auténticos harán que no quieras irte nunca o estés pensando en cuándo volver.