Dentro del enorme panorama gastronómico que ofrece la CDMX, parte importante se basa en la riqueza de la cocina internacional. No se trata solo de restaurantes cuyos menús importan las tradiciones culinarias de distintas regiones del planeta, sino de conceptos enteros que han tenido un éxito enorme en otras ciudades, y que llegan a la capital mexicana para deleitar a los comensales chilangos con sus creaciones. Tal es el caso de Makoto, un restaurante del chef Makoto Okuwa que nació en Miami hace más de una década, y que hoy ha llevado su cocina a Panamá, a Brasil y a México. Sin duda, este restaurante japonés en Polanco forma parte de los imperdibles para los amantes de la cocina asiática.
Lo primero que hay que decir sobre Makoto es que, a pesar de que no es ni el primero ni el único restaurante de la marca, los procesos bajo los cuales se elabora cada plato son tan rigurosos como si el chef Okuwa los realizara él mismo. Empecemos hablando del arroz, el cual se prepara con una técnica especial que implica pasar los granos por una máquina pulidora japonesa para retirar una parte del almidón, después hidratarlo, llevarlo a la olla de presión y cocerlo con vinagre elaborado en casa. Por supuesto, todo el cuidado en la elaboración del elemento más básico de la cocina de este restaurante japonés en Polanco tiene un impacto notorio en platos como los nigiris, los makki y los rollos, cuya textura es firme pero suave, con un sabor que lejos de opacar el resto de los ingredientes, los resalta aun más.
La cocina japonesa contemporánea con toques latinos que se prepara en este restaurante japonés en Polanco es una experiencia bastante distinta a lo que estamos habituados. Si eres amante de los edamames, espera a probar los spicy edamames del menú de Makoto, que vienen bañados en una salsa agridulce (para nada picante) que le añade no solo mucho sabor, sino textura, a este ícono de la cocina nipona. Por otro lado, el brócoli tempura con salsa de tofu feta y la Ensalada César —muy diferente de la tradicional— son ideales para dar un buen inicio a la cena.
Otro de los puntos destacables de Makoto es el espacio en sí mismo. Con notorias influencias del minimalismo nipón, este restaurante ofrece distintas atmósferas en un solo lugar. Desde el salón principal o la terraza, hasta la barra de sushi o el privado para disfrutar de un momento más íntimo. El lugar se presta de maravilla para una cena romántica, para una comida de negocios e incluso para un domingo en familia —pues cabe destacar que los fines de semana se monta una pequeña ludoteca dirigida por pedagogas especializadas—-.
Por otro lado, Makoto busca llevar la experiencia gastronómica un paso más allá a partir de distintas actividades como el ronqueo mensual —el cual consiste en la demostración de una práctica tradicional japonesa para cortar el atún, seguida de un omakase de siete tiempos que se elabora con el pescado recién fileteado—, las clases magistrales de sushi, el omakase de salmón y catas de sake. Finalmente, el menú de bebidas experimenta, por supuesto, con el sake (tienen su propia marca), y presenta varios cocteles exclusivos, entre los cuales destacan cuatro tipos distintos de carajillo para todos los gustos.
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