Puede que las leyendas de los Robin Hoods suenen a pura ficción, pero México tuvo uno muy real. Su nombre era Jesús Arriaga Zamora, mejor conocido como ‘Chucho el Roto’, y su historia puede conocerse en uno de los museos más antiguos del país: el Museo del Fuerte de San Juan de Ulúa. Este sitio, ubicado en un islote frente al puerto de Veracruz, está lleno de historia y datos súper curiosos. Y no es un museo cualquiera, sus muros guardan siglos de vida y te permiten asomarte tanto a la historia de este Robin Hood mexicano como a distintos periodos de la historia de México, desde el Virreinato hasta el Porfiriato.


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¿Cómo nació el Fuerte de San Juan de Ulúa?
Antes de llegar a Chucho el Roto, vale la pena saber un poco del origen del Fuerte de San Juan de Ulúa. Mucho antes de ser una prisión o un museo, este islote tenía un uso sagrado en tiempos prehispánicos: era un adoratorio dedicado al dios Tezcatlipoca. Años después, en 1518, el conquistador Juan de Grijalva lo descubrió y lo bautizó ‘San Juan’ por la fecha, y ‘Ulúa’ por una mala pronunciación de la palabra indígena culhua. Como el puerto de Veracruz fue el primer punto de entrada a la Nueva España, estaba bajo el constante acecho de piratas y corsarios, así que en 1535 comenzó la construcción del fuerte. Se levantó con piedra coralífera extraída del arrecife, un material que le ha permitido sobrevivir siglos de humedad, sal y clima extremo. Con el tiempo, San Juan de Ulúa se convirtió en un símbolo de resistencia. En la Independencia, fue el último bastión español antes de rendirse en 1825; más tarde lo ocuparon los franceses durante la Guerra de los Pasteles y también jugó un papel importante en las invasiones estadounidenses.



El lado más oscuro del Fuerte
Además de su uso defensivo, la fortaleza tuvo un oscuro capítulo como prisión en el siglo XIX y principios del XX, incluso se ganó la fama de ser una de las prisiones más terribles de América. Sus celdas estaban en condiciones extremas: muchas eran subterráneas, sin luz natural ni ventilación, y con una humedad constante que volvía el encierro insoportable. Los presos permanecían encadenados del tobillo, recibían muy poca comida y enfrentaban un ambiente insalubre donde se propagaba la disentería, una enfermedad mortal. A lo largo de los años, este lugar llegó a albergar no solo a delincuentes, sino también a figuras políticas e intelectuales. Entre ellos estuvieron el mismísimo Benito Juárez –por orden de Santa Anna–, Melchor Ocampo, los hermanos Flores Magón, y, por supuesto, aquí aparece la historia de uno de sus reclusos más célebres: Chucho el Roto, conocido como el Robin Hood mexicano.


La historia de Chucho el Roto, el ‘Robin Hood mexicano’
Jesús Arriaga Zamora, originario de Tlaxcala y nacido en 1858, era un ebanista talentoso que trabajaba con maderas finas hasta que su historia cambió cuando un acaudalado señor llamado Frizac lo humilló y le prohibió acercarse a su enamorada, Dolores Arriaga del Frizac. Desde entonces empezó su vida como forajido, armando estafas ingeniosas y usando toda clase de disfraces para robar a los ricos para dárselo a quienes pasaban necesidad. Su apodo viene de que ‘roto’ era un término despectivo para quienes, sin ser de la élite, vestían con elegancia intentando aparentar ser de la alta sociedad. Fue detenido varias veces hasta que lo enviaron a la prisión de San Juan de Ulúa. Ahí también nació uno de los chismes más repetidos: su supuesta fuga. Unos dicen que salió escondido en un ataúd vacío, otros que se disfrazó como jefe de vigilancia. Al final volvió a ser capturado y, tras recibir 300 latigazos, murió el 25 de marzo de 1894, de acuerdo con la versión del propio INAH. Su figura, entre mito y realidad, ha inspirado historias en la radio, el cine y la televisión.



¿Qué podrás ver en el Museo del Fuerte de San Juan Ulúa?
Fue hasta 1915 cuando el fuerte dejó de ser prisión y pasó a ser monumento histórico. Después funcionó como arsenal nacional hasta que en 1962 quedó bajo el resguardo del INAH, que lo transformó en un museo. Recorrer San Juan de Ulúa es caminar entre siglos de historia. Puedes asomarte a sus baluartes, pasillos y explanadas mientras conoces los distintos usos que tuvo la fortaleza. Por ejemplo, están las Bóvedas a Prueba de Bombas, que primero guardaban pólvora y víveres y luego se convirtieron en celdas de castigo. También Las Tinajas y El Infiernillo, dos de las mazmorras más temidas. A eso se suman lugares emblemáticos como el Muro de las Argollas, la Casa del Gobernador, el Faro de la Fortaleza y el Arco de los Lamentos. En la visita, te recomendamos contratar a un guía que enriquece el recorrido con las leyendas que lo rodean. El Museo Fuerte de San Juan de Ulúa está abierto de martes a domingo, de 9:30 a 16:30, y la entrada cuesta $48. Sin duda, es uno de los museos más interesantes del país y vale mucho conocerlo.
Dirección: Cam. Escénico a San Juan de Ulúa S/N, Manuel Contreras, Veracruz.
Página: sanjuandeulua.inah.gob.mx


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