Hay pueblos que se transforman cuando llueve, y el Pueblo Mágico de Cuetzalan es uno de ellos. Mientras en otros lugares la lluvia puede ser una molestia, aquí se vuelve parte del encanto: todo se vuelve más verde, las casitas blancas quedan envueltas en una neblina espesa y mística, y el agua que cae corre por las calles empedradas convirtiéndose en pequeñas cascadas. Enclavado en la Sierra Norte de Puebla, Cuetzalan se abre paso entre montañas cubiertas de encinos, oyameles y cafetales. Es uno de los destinos más bonitos y completos del país, con una comunidad de raíces totonacas y nahuas que mantiene vivas sus tradiciones, y una belleza natural tan abundante que, aunque llueva, vas a querer explorar cada rincón.


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La magia de Cuetzalan en temporada de lluvias
Lo de las calles empedradas convertidas en cascadas no es exageración y es que se debe a las pendientes pronunciadas que recorren este pueblito. Durante la temporada de lluvias, entre junio y octubre, las precipitaciones son abundantes y, combinadas con la inclinación del terreno, hacen que el agua corra con fuerza cuesta abajo, creando el efecto visual y sonoro de pequeños arroyos urbanos. Es uno de los fenómenos más pintorescos de Cuetzalan en esta época del año. Además, julio es también temporada del Festival de las Luciérnagas, un evento mágico donde se puede ver el bosque brillar al anochecer. Así que las lluvias traen lo suyo, y visitar el Pueblo Mágico de Cuetzalan en estos meses puede ser una gran idea. Solo no olvides llevar zapatos cómodos, impermeable o paraguas.



Qué ver y hacer en el Pueblo Mágico de Cuetzalan
Pero además de estas ‘cascadas urbanas’, Cuetzalan tiene mucho más por ofrecer. Todo empieza en su encantadora plaza principal, la Plaza Celestino Gasca, perfecta para caminar con calma y admirar la arquitectura. Es común encontrarte con habitantes que aún visten con ropa tradicional: huipiles bordados a mano y trajes coloridos que reflejan el orgullo de sus raíces. En la misma plaza encontrarás la Parroquia de San Francisco de Asís, con un campanario de estilo renacentista, y muy cerca, el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, mejor conocido como la Iglesia de los Jarritos por su peculiar torre decorada con cientos de jarritos de barro. Este mismo espacio se vuelve escenario de danzas tradicionales como la de los Voladores o la de los Quetzales, que mezclan música, trajes típicos y penachos multicolores. Y si te toca estar un domingo, no te pierdas el tianguis, un mercado lleno de productos locales, aromas y colores. Para llevarte un recuerdo especial, date una vuelta por el Mercado de Artesanías Matachiuj, donde encontrarás textiles hechos en telar de cintura, piezas talladas en madera y otras joyitas hechas a mano.



Explora la naturaleza de Cuetzalan: cascadas, grutas y mucho bosque
Como ya decíamos, este pueblito está rodeado de una naturaleza espectacular y tiene varios rincones imperdibles. Para empezar están sus cascadas, como El Salto, Las Brisas, Tres Caídas, La Escondida, Las Golondrinas, Cascada Corazón del Bosque y Cola de Caballo. En muchas de ellas puedes nadar o practicar rappel, y en temporada de lluvias lucen aún más relucientes. Además, Cuetzalan está lleno de cuevas y grutas impresionantes, algunas abiertas al público y con recorridos con guías locales, como la Gruta del Duende, Gruta La Aventura, que es la más cercana al pueblo, Gruta Elefante, Gruta Chichicazapan y Gruta La Empedrada. Otro espacio bellísimo para admirar la flora local es el Jardín Botánico Xoxoctic, donde puedes admirar helechos gigantes, orquídeas y muchas otras especies.



Sabores y bebidas que no te puedes perder en Cuetzalan
Antes de irte, no te vayas sin probar la gastronomía del Pueblo Mágico de Cuetzalan, que es otra de las grandes razones para visitarlo. Aquí los sabores son tan únicos como el paisaje: desde los clásicos tlayoyos, tortillas de masa de maíz rellenas de alberjón, frijol, papa o haba, servidas con salsa, queso y aguacate; hasta las acamayas, unos langostinos de río preparados al mojo de ajo o en distintos guisos. También hay pipián rojo con carne de cerdo o pollo, cecina ahumada, sopa de setas silvestres, o el famoso chiltate, una salsa seca de ajonjolí, chiltepín y ajo. Por supuesto, no puede faltar una buena taza de café, ya que la región es reconocida por su café de excelente calidad, ni la Yolixpa, una bebida alcohólica hecha con aguardiente e infusión de hierbas aromáticas como salvia, menta y hierbabuena. Como ves, hay mucho por disfrutar y descubrir en este pueblito, y es una gran opción para visitar ahora que en temporada de lluvias.
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