Hay un México que ya no nos tocó vivir: el de los grandes pueblos mineros, esos que surgieron en medio del desierto o entre montañas debido a la fiebre del oro, la plata o el plomo. Muchos de ellos hoy están abandonados, pero siguen contando historias a través de sus ruinas y estructuras que aún impresionan. Uno de esos lugares es Ojuela, un antiguo poblado minero ubicado a solo 15 minutos del Pueblo Mágico de Mapimí, en Durango. A mediados del siglo XIX, este fue uno de los asentamientos más importantes de la región, construido sobre dos cerros y con una organización urbana sorprendente para su época. Pero si hay algo que todavía roba miradas y genera asombro es el Puente de Ojuela, una imponente estructura colgante que conectaba las minas y que, dicen por ahí, inspiró nada menos que al Golden Gate de San Francisco. Pero sigue leyendo para descubrir más sobre este lugar.


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Puente de Ojuela, el Golden Gate de Durango
La mina de Ojuela fue descubierta en 1598 por el conquistador español Francisco de Ojuela, de ahí el nombre del lugar, y vivió su mayor auge en el siglo XIX. En 1892, fue adquirida por la empresa Industrias Peñoles, que ese mismo año mandó construir el famoso Puente de Ojuela para mover los minerales de un cerro a otro. El puente, una verdadera hazaña de ingeniería, fue diseñado por el alemán Santiago Minguin, quien años más tarde participaría en la construcción del icónico Golden Gate en San Francisco, California que se construyó años más tarde en 1933. Las similitudes entre ambos son notorias, el de Ojuela es un puente colgante de madera y acero, de 336 metros de largo por casi dos de ancho, suspendido sobre un cañón de 180 metros de profundidad, y diseñado para soportar hasta seis toneladas. Por eso muchos lo llaman el ‘Golden Gate de Durango’.


Qué hacer en Ojuela: puente colgante, túneles, tirolesa y ruinas
Hoy, Ojuela es un pueblo fantasma. Solo quedan los restos de la antigua mina y las casas donde vivían los trabajadores con sus familias. Las ruinas en medio del paisaje árido lo hacen un lugar fascinante que combina historia y aventura. Cruzar el puente es el principal atractivo y da acceso a los túneles de la Mina Santa Rita, un recorrido de 700 metros que funciona como museo: conserva estructuras, herramientas antiguas, formaciones de calcita y hasta una mula momificada. La salida lleva a un balcón natural con vistas espectaculares del desierto de Mapimí. Para los más intrépidos, hay una tirolesa que cruza la cañada, y al final puedes explorar el pueblo fantasma. Se recomienda llevar ropa cómoda, buen calzado y, si vas en invierno, ve bien abrigado porque puede llegar a nevar.



Aprovecha tu visita para conocer el Pueblo Mágico de Mapimí
En tu visita al Puente de Ojuela aprovecha para conocer el Pueblo Mágico de Mapimí, que está a solo 15 minutos en auto. En el centro del pueblo te espera la Plaza de Armas, rodeada de joyas arquitectónicas como la Iglesia de Santiago Apóstol, un hermoso templo del siglo XVIII con detalles barrocos y mudéjares, y el Museo Benito Juárez, donde se cuenta que el Benemérito de las Américas vivió ahí durante la República Itinerante. Además, puedes sumarte a recorridos guiados que te llevan a conocer otros atractivos cercanos como las Grutas del Rosario, la Reserva de la Biósfera de Mapimí o incluso la famosa y misteriosa Zona del Silencio.


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