Enclavado en una Casona Porfiriana en la colonia Juárez, se encuentra un nuevo ‘hotspot’ que te va a remontar a la Época Medieval. Taverna Prim está inspirado en las ‘tabernas’ que habitualmente eran el punto de reunión donde la gente pasaba sus ratos de ocio entre barricas de vino, enormes mesas de madera compartidas y viajeros de tierras lejanas. Adaptada a la modernidad de nuestra época, este espacio ahora ofrece todo el lujo y la calidez de una comida inspirada en las brasas y el carbón, además de varios espacios dignos de compartir.
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Si estás en búsqueda de algo poco convencional que te haga querer regresar varias veces, sin duda debes visitar Taverna Prim. Este espacio del siglo XX con techos de doble altura e interminables cuartos que parecen un acertijo, esconde entre su rústica arquitectura un nuevo bar, ¡que no solo es eso! También es un espacio para la sobremesa y las noches de tragos clásicos a cargo del mixólogo Patrick Sesma; quién le da un toque elegante y muy personal a cada uno de los drinks que desfilan por la barra.
Aquí encontrarás uno de los mejores Martinis de la ciudad, vinos naturales poco convencionales y biodinámicos, además de cerveza de productores independientes. Taverna Prim está dividido en tres espacios principales: un bar que te permite venir a tomar una copa de vino con algún ‘appetizer’, o un Pin Tonic con Gin del bosque y aceitunas gigantes. Dos salones en los cuales puedes ver el ‘rush’ de la cocina, mientras disfrutas de los platillos a cargo de los chefs Emme y Chris; dos amantes de la cocina de humo que hace cinco años comenzaron un proyecto juntos llamado ‘Mesa Nómada’.
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Para que realmente te sientas en una taberna de la Época Medieval tienes que probar uno de los platos más controversiales del menú; las costillas de jabalí con puré de manzana, y es que a pesar de no estar acostumbrados a esta proteína, vale la pena darle una oportunidad a este plato. Otro plato reconfortante y digno de compartir son las brochetas de cordero con salsa de hierbas y alcaparras.
Este espacio es un claro ejemplo de que un lugar lo puede tener todo, pues al caer la noche el tercer espacio del que te hablábamos se hace presente y nos referimos al sótano, donde la luz de las velas y la buena música te van a llevar de la mano por una experiencia que vale la pena vivir una vez en la vida y !¡por qué no! repetir constantemente.