La oferta gastronómica en la Ciudad de México es tan amplia y variada que a veces es difícil llevar registro de todas las joyas escondidas que abren sus puertas en los rincones más insospechados. Sin embargo, si eres amante de la comida japonesa y siempre estás abierto a entregarte por completo a las sugerencias del chef, entonces tienes que conocer Sake Sushi Bar, una barra de sushi oculta debajo de las escaleras de un edificio de oficinas en Las Lomas. Si crees que la ubicación es una sorpresa, espera a probar el omakase de nueve tiempos que prepararán frente a ti.
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Por supuesto, maravillas se pueden hablar de las experiencias únicas que se viven frente a la barra de Sake Sushi Bar, pero sería inútil comenzar con recomendaciones concretas, pues todo el sentido de esta experiencia gira alrededor de la sorpresa (aunque también cuentan con un menú a la carta para quienes ya saben exactamente qué es lo que quieren comer). El omakase está diseñado para dos personas, así que si estás planeando una cita romántica o una celebración especial, definitivamente esta barra de sushi tiene que entrar dentro de tus opciones.
La experiencia comienza a construirse desde que llegas y te asignan con un chef que estará encargado de llenar el rato de las sorpresas más gratas. Cada uno de los chefs de Sake Sushi Bar tiene su propia trayectoria, preferencias y ases bajo la manga que le dan cierto perfil y personalidad a su estilo —y, por ende, a tu comida—. Aunque los ingredientes de la comida japonesa son bastante consistentes, ya desde la selección de la pesca del día, de los ingredientes y de las técnicas de preparación predilectas se empieza a ver venir la articulación de una comida imposible de repetir.
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Sopas, vegetales, sashimis, rollos y niguiris desfilan por esta barra de sushi en un espectáculo visual digno de ver. Uno de los aspectos más destacables de todas las barras japonesas es, precisamente, la manera en la que el chef va configurando una experiencia hecha a la medida de cada comensal no solo a partir de sus preferencias y restricciones explícitas, sino también guiándose por la forma en la que los observa reaccionar e interactuar con cada platillo.
El omakase de esta barra de sushi es un deleite sin igual, y aunque por sí mismo es más que suficiente para dejarte levitando de satisfacción, también puedes complementarlo con un maridaje de sake o un buen postre de tu elección. Para cerrar la experiencia, sí que podemos recomendarte el Matcha Brulee, que se termina de armar en la mesa —soplete incluido, obviamente— y que se derrite en la boca en una sinfonía de notas frescas y cremosas que no podrían darle mejor nota final a esta comida.