En la esquina de Agustín Melgar y Pachuca se encuentra Yellow Monkey, una propuesta culinaria ecléctica y muy ‘funky’ de la chef mexicana Florencia España y el chef japonés-americano Keisuke Harada. Y para combinar con la gastronomía vibrante y alegre, la decoración y los diseños alucinantes de Julio España hacen de este lugar un rincón ‘instagrameable’ desde cualquier ángulo.
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En su extenso menú encontrarás reinvenciones de la casa de recetas clásicas de la cocina mexicana, japonesa y americana, como los japanese pancakes, los chilaquiles, las cervezas artesanales de la casa y la amplia gama de limonadas de sabores que ni te imaginas. Como su msión es tener algo para todos los gustos y preferencias, cuentan con opciones veganas y vegetarianas que se le antojarán incluso a los más carnívoros. Pero la carta no es lo único gigante: asegúrate de ir con hambre, porque las porciones que sirven están pensadas para dejar el estómago lleno y el corazón contento.
La idea original de los chefs era construir un lugar donde se pudiera comer rico, bien y a buen precio, un apapacho para todo aquel que lo necesitara. Lo primero que llama la atención al entrar es el enorme letrero neón que presagia: Everything is going to be alright. Esta frase, inspirada en la obra del artista británico Martin Creed, fue la vela optimista que mantuvo en pie al equipo de Yellow Monkey durante la incertidumbre de la pandemia.
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Además de acoger a todos los comensales hambrientos que entran por sus puertas, Yellow Monkey tiene la misión de apoyar a artistas locales emergentes, y cada cierto tiempo organizan pequeñas exhibiciones de pintura y fotografía que añaden a la chispa ya de por sí vivaz de la decoración. De esta forma, el restaurante busca ser un espacio donde todos sean bienvenidos y que conecte a la gente a través de lo que más nos gusta, empezando por la comida.
El nombre del restaurante deriva de una experiencia personal del chef Keisuke Harada, quien cuenta que al llegar a Nueva York, la gente se refería a él de forma despectiva como ‘yellow monkey’ por su color de piel. Sin embargo, él decidió darle la vuelta y reapropiarse del nombre para recordar que en su restaurante caben todos y se abrazan las diferencias. Es por eso que aquí todo es un apapacho, un lugar que vale la pena visitar en las buenas y en las malas, para contentarte con su menú y con su vibra que te hará salir sí o sí de buen humor.
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