Ubicado en lo alto de una colina en la Toscana, a menos de una hora de camino de las ciudades de Siena y Florencia, San Gimignano se yergue con sus 15 torres monumentales y sus murallas que antes servían para bloquear las invasiones, y hoy reciben a los miles de turistas que año con año inundan sus calles empedradas. El origen de este pueblo se remonta al siglo III a.C. con los etruscos, pero alcanzó su mayor esplendor —el cual se conserva hasta el día de hoy— en el siglo XII, cuando se convirtió en una de las principales ciudades de camino a Roma.
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Las enormes murallas que rodean la ciudad fueron construidas en la primera mitad del siglo XIII, y cuentan con cinco puertas que dan acceso al centro histórico de San Gimignano. Si vienes desde Siena, la mejor opción es utilizar la Porta San Giovanni, una de las más antiguas y majestuosas.
Por su parte, las inmensas torres de piedra a lo largo de sus calles le han merecido a este pueblo el título de ‘el Manhattan medieval’, pues se piensa que en su momento llegaron a ser hasta 72 torres las que sobrevolaban el territorio, y podían apreciarse a grandes distancias. Estos ‘rascacielos medievales’ eran un símbolo de autoridad levantado por las familias más poderosas de la región en una implacable competencia por construir la torre más alta. Hoy en día, se conservan 15 torres que proyectan el máximo esplendor de San Gimignano, y algunas no solo son visitables, sino que hasta te puedes hospedar en ellas.
A lo largo de la Via Diacceto, la calle principal de la ciudad, se pueden admirar los palacetes y construcciones de piedra maciza que hoy albergan preciosas tiendas de artesanías, restaurantes, hoteles y demás atracciones que los siguen llenando de vida casi mil años después.
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Las plazas centrales de la ciudad también están llenas de tesoros que vale la pena descubrir en tu viaje por la Toscana, pues en ellas se concentran la mayoría de las torres. La Plaza del Duomo recibe su nombre por la catedral, también conocida como Il Duomo o Collegiata de San Gimignano. Las paredes interiores de este templo románico del siglo XII están repletas de frescos bíblicos pintados por los artistas más prominentes de la escuela Sienesa del siglo XIV. Por su parte, la otra plaza principal de la ciudad es la Plaza de la Cisterna, en la que se encuentra el pozo que dotaba de vida al pueblo.
Fuera de las murallas, San Gimignano está rodeado de viñedos de donde salen algunas de las mejores etiquetas italianas. De hecho, uno de los mejores vinos blancos de Italia —la Vernaccia— se cultiva y produce en esta zona. La tradición vinícola de la región se remonta a la época de los Etruscos, pero alcanzó su máximo esplendor durante el Renacimiento. Otro imperdible para los viajeros foodies es la Gelatería Dondoli, reconocida mundialmente por su tradición pero también con su creatividad y variedad de sabores.
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