Guadalajara, la vibrante capital de Jalisco, es una ciudad que pulsa con energía. Sus calles, plazas y mercados rebosan de ritmo y movimiento. Es increíble imaginar que a unos cuantos kilómetros de este bullicio urbano se encuentra un refugio de paz y tranquilidad: la Barranca de Huentitán, uno de los destinos favoritos de los turistas aventureros. Este cañón, ubicado a menos de 30 minutos del centro histórico de la ciudad, es uno de los pulmones más importantes de la capital jalisciense, con imponentes paredes rocosas, una exuberante vegetación y un río cautivador. Venir aquí es sumergirte en la naturaleza, donde el único sonido es el canto de las aves y el susurro del viento.
La Barranca de Huentitán se encuentra entre los límites de varios municipios como Zapopan, Tonalá y Zapotlanejo, mide aproximadamente 1,136 hectáreas y tiene una profundidad promedio de 600 metros. Su origen se remonta a una serie de fallas tectónicas ocasionadas por el movimiento de dos estructuras de tierra, la Sierra Madre Occidental y la Faja Volcánica Mexicana, que dieron pie a esta formación, también conocida como Barranca de Oblatos. Es considerada corredor biogeográfico ya que alberga cuatro tipos de vegetación: bosque tropical caducifolio, bosque de galería, vegetación rupícola y vegetación secundaria, en la zona también existen varias especies endémicas de flora y fauna, por lo que que ha sido campo de estudio de investigadores nacionales e internacionales. En medio de este gran cañón, declarado Área Natural Protegida, pasa el Río Verde y el Río Santiago.
Un reto deportivo
Venir a este gran barranco implica vencer uno de los retos más famosos de la perla tapatía, ya que bajar y volver a subir por su estrecha y empinada vereda requiere esfuerzo físico y buena condición. Si vienes deberás estar preparado para hacer senderismo y caminar varios kilómetros, la ventaja es que además de activar tu cuerpo disfrutarás de vistas majestuosas. Para llegar hay tres principales vías de acceso: una al final de la calle Belisario Domínguez, otra a través del Periférico Tonalá – Matatlán, y una más por la carretera Guadalajara-Saltillo, pero la más popular es la de Belisario Domínguez que puedes encontrar en Google Maps como ‘Barranca de Huentitán – Capilla y camino empedrado’.
La bajada
Se recomienda llegar lo más temprano posible para evitar los rayos del sol, vestir ropa cómoda, calzado antiderrapante, viajar ligero y de preferencia con una botella de agua. Antes del ingreso encontrarás varios puestos donde podrías tomar un buen jugo o un licuado para recargar las energías antes de iniciar el trayecto. El camino empieza por un largo descenso de piso empedrado, pasarás por tres miradores repartidos a lo largo del recorrido en donde podrás apreciar la majestuosidad de las montañas, como el Cerro del Elefante y aprovechar la parada para tomar un respiro antes de continuar. En el trayecto también se pueden apreciar algunos pocitos, también llamados veneros, por donde se filtra el agua de los ríos. La barranca tiene, desde la puerta hasta el río, 4,260 metros, y más de 60 vueltas de brecha empedrada, cada vuelta tiene una piedra con un número para que vayas tanteando cuánto te falta por llegar pero cuando escuches el río será la señal de que estás llegando a la meta. El descenso dura aproximadamente una hora y media de bajada.
Ya en la meta podrás apreciar el puente colgante llamado Arcediano, un puente de hierro que fue construido en 1894 por el ingeniero Salvador Collado, se dice que fue el segundo puente en construirse en México, y el tercero en el continente Americano. Hoy en día es el spot de muchísimas fotografías en la barranca de Huentitán, y no puede faltar la tuya para que quede registro de que llegaste a la meta. Del otro lado del puente se encuentra el pueblo de Las Juntas, un pueblo abandonado y fantasmagórico, con pequeñas casas y cabañas sin habitar.
La subida
Para la subida tienes dos opciones, el mismo camino por el que bajaste o una alternativa más rápida pero mucho más extrema que es por las vías de un tren que antes eran usadas por la gente del pueblo abandonado, esta subida es conocida como ‘el reto de los 1,400 escalones’. Si te vas por aquí, la subida comienza a ponerse cada vez más empinada conforme uno avanza, de cualquier forma, si te fuiste por las vías y ya no puedes continuar hay varias salidas que te reincorporan a la ruta normal. Definitivamente, es un destino ecológico deportivo para los amantes de la naturaleza y la activación física. Esta barranca está abierta todos los días de 6:00 a 19:00 horas.