México es un país enorme, y eso se traduce en una gran diversidad natural y cultural. A lo largo de los siglos, muchos artistas se han dedicado a retratar paisajes mexicanos, la mayoría de los cuales han seguido evolucionando hasta el día de hoy. Pero aunque los sitios ya no sean iguales, conocer estas obras nos ofrece una ventana a otros tiempos y otros ambientes, para conectar de forma distinta y consciente con nuestro entorno.


José María Velasco – Valle de México
Velasco es quizá el paisajista mexicano más prominente del siglo XIX. De hecho, es el primer artista latinoamericano al que la National Gallery de Londres le dedica una exposición —la cual se puede visitar actualmente—. Este artista decimonónico se dedicó a retratar el Valle de México desde distintos ángulos, ofreciendo una ventana invaluable a los paisajes que, a partir de ese momento, comenzaron a cambiar a una velocidad vertiginosa. En sus cuadros podemos ver el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, los lagos que se extendían sobre lo que hoy es la ciudad, los trenes que en ese momento eran símbolo de modernidad y de los que ahora quedan, si acaso, algunos tramos de vías. Así, su obra nos recuerda que antes de ser una megalópolis, lo que hoy es la capital mexicana y la zona conurbada fue un valle frondoso y lleno de vida.


Dr. Atl – Volcán Paricutín
Con una vocación de artista que rayaba en vulcanólogo, Gerardo Murillo —mejor conocido como el Dr. Atl— dedicó buena parte de su vida a retratar la actividad volcánica en nuestro país. Sus obras más famosas son las que documentaron el nacimiento del Paricutín en el estado de Michoacán, el cual brotó de la tierra el 20 de febrero de 1943. De hecho, para poder evocar los colores vivos y las texturas de los paisajes mexicanos, Murillo creó los ‘Atl Colors’, una mezcla de ceras, pigmentos y resinas que, aunque no están presentes en toda su obra, sí son imposibles de confundir.


Miguel Covarrubias – Lago de Pátzcuaro
Aunque no son las más conocidas, las acuarelas de Miguel Covarrubias del Lago de Pátzcuaro en Michoacán son una belleza. Ahora mismo están expuestas en el Palacio de Iturbide en la CDMX. En ellas, retrata tanto la riqueza natural como las costumbres vivas de las comunidades alrededor de este cuerpo de agua. Si conoces los pueblos de Tzintzuntzán, Pátzcuaro o la Isla Janitzio, podrás confirmar que estas piezas evocan ese encanto único de las tierras purépechas.


Rosario Cabrera – Coyoacán
Aunque Frida Kahlo fue la artista y residente más prominente y recordada de Coyoacán, Rosario Cabrera también dedicó parte de su obra a retratar este barrio, que por aquella época se trataba más bien de un pueblo a las afueras de la ciudad. Cabrera fue una de las primeras mujeres que estudió pintura de manera formal en la Escuela Nacional de Bellas Artes, con maestros de la talla de Saturnino Herrán, Leandro Izaguirre y Germán Gedovius. Con el surgimiento de las Escuelas de Pintura al Aire Libre —las cuales buscaban democratizar la formación artística—, ella misma fue una figura clave que dirigió dos de estos recintos, primero en Los Reyes, Coyoacán, y más tarde, en Cholula, Puebla. Sus paisajes mexicanos no solo representan casas y vegetación, sino que además proponen una estética más moderna, pero con todos los conocimientos técnicos.


Joaquín Clausell – Tlalpan
Todo el mundo habla de los franceses, pero México también tuvo su propio movimiento impresionista, y Joaquín Clausell fue uno de los exponentes más prominentes. Entre sus muchas obras, algunas de las más conocidas son las de Fuentes Brotantes en Tlalpan, con su bosque enorme de árboles altísimos y tranquilos cuerpos de agua, que hoy es un Parque Nacional donde se puede pasar un momento sereno y en contacto con la naturaleza.


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