Dentro de todas las maravillas naturales que el estado de Quintana Roo tiene por ofrecer, la Laguna de Bacalar es sin duda una de las más impresionantes. Conocida también como la ‘Laguna de siete colores’ por las tonalidades que adquieren sus aguas en distintos puntos gracias a la diversidad coralina y a la flora subacuática; sin embargo, poco se habla sobre uno de los datos más alucinantes respecto a este cuerpo de agua: que en su interior hay tres cenotes, cada uno de los cuales ofrece una experiencia totalmente diferente.
Primero que nada, vale la pena recordar que la Laguna de Bacalar es una de las lagunas más bonitas de México y mide casi 50 kilómetros de largo, además de que es una enorme extensión de aguas serenas, sin prácticamente ningún oleaje que las perturbe. Dicho esto, eso no quiere decir que la experiencia que se vive a lo largo de la laguna sea igual, pues en su interior hay tres cenotes con personalidades totalmente distintas (y eso sin contar el famoso Cenote Azul, que se encuentra a un costado de la laguna): el Cenote Cocalitos, el Cenote Negro y el Cenote Esmeralda.
Hablemos primero del Cenote Cocalitos, un paraíso para quienes buscan relajarse sobre las aguas lánguidas de la laguna, pues este lugar es famoso por sus hamacas y columpios. Uno de los aspectos más destacables de este cenote en la Laguna de Bacalar es el color turquesa de sus aguas, las cuales revelan destellos verdes debido a la presencia de estromatolitos —los seres vivos más antiguos de todo el planeta—. Aquí podrás nadar, practicar snorkel, y flotar plácidamente mientras escuchas el cantar de los pájaros.
En segundo lugar, el Cenote Negro —también conocido como el ‘Cenote de la Bruja’— es el cenote más pequeño de la Laguna de Bacalar, pero tiene una profundidad que comienza en el metro y medio, y llega a alcanzar los 100 metros en sus puntos más hondos, convirtiéndose en un precipicio natural. No se recomienda nadar aquí, pero quienes cuenten con la certificación adecuada en buceo podrán sumergirse para explorar su interior, pero es necesario ir acompañadx por un guía calificado.
Finalmente, el Cenote Esmeralda le debe su nombre al azul resplandeciente de sus aguas. Es un poco menos profundo que el Cenote Negro —alrededor de 70 metros—, pero de hecho es un ojo de agua por el cual brota el agua que alimenta la laguna. Tampoco es recomendable nadar aquí, pero también es un espectáculo fascinante que se puede descubrir sumergiéndose a explorar sus profundidades en una expedición de buceo.
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