Como la gran mayoría de las cocinas fusión, la cocina Nikkei tiene su origen en la migración japonesa hacia Perú a finales del siglo XIX. Las primeras naves venidas desde el país del sol naciente a estas tierras americanas tenían el propósito de explotar las minas de plata de esta región, pero al llegar se encontraron con una industria minera ya muy alejada del esplendor original de la época colonial. Sin embargo, la comunidad japonesa se asentó en Perú y ahí empezaron a echar raíces las nuevas generaciones, que fusionarían las tradiciones y el legado asiático con la cultura y las características del nuevo continente. Fue así como nació la cocina Nikkei, la cual utiliza técnicas de preparación y corte japonesas, pero con la riqueza de sabores y aromas de los ingredientes peruanos.
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Afortunadamente, para probar las delicias de esta cocina no es necesario viajar a Perú. Hambre es un restaurante de comida Nikkei que recientemente celebró su primer aniversario en Guadalajara, donde se ha ganado el corazón de sus comensales por su autenticidad y calidez y por saber poner sobre la mesa una cocina sin fronteras que cuenta una historia para nutrir tanto al cuerpo como al alma. Ubicado en el corazón de Punto Sao Paulo, Hambre es un apapacho en cada platillo, acompañado de un concepto de alta mixología que no solo acompaña, sino que complementa, la experiencia.
En Hambre, el chef Matías Ruiz Díaz presenta platos auténticos que perfectamente catalogan dentro de la definición de ‘comfort food’. Pasear la mirada por su menú es una delicia, pues en él encontrarás nombres familiares que te harán agua la boca, pero también palabras que saben desconocidas al paladar y combinaciones que suenan a aventura. Para empezar, te recomendamos probar las tartaletas de hongos trufados, para empezar a poner la vara muy alta para lo que sigue.
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Uno de los grandes motivos por los que la comida japonesa encontró un hogar en Perú es la magnífica actividad pesquera de este país, pues al final del día, las costas del Pacífico bañan las costas de ambos países, regalándoles mariscos necesarios para el desarrollo de sus gastronomías. Así pues, en tu visita a Hambre no te puedes perder el tiradito de picaña con salsa de habanero y piña, el pulpo a las brasas con emulsión de aceituna y el tipiquísimo Anticucho, un tipo de brocheta peruana que en Hambre se elabora con pulpo y pollo con alioli de cilantro.
Ahora que si los ‘frutos del mar’ no son lo tuyo, no tienes de qué preocuparte, porque las tierras japonesas también le han regalado al mundo una de las carnes más codiciadas: el wagyu. En Hambre, la cheeseburger de wagyu es un franco imperdible, pues es una explosión de sabores y texturas que tienes que probar. El pan recién horneado abraza el wagyu, acompañado de foie gras, alioli de trufa, gruyere, cheddar y cebollas caramelizadas con balsámico; es decir, una experiencia sublime seas o no ‘foodie’. Vale la pena probar también la empanada de pato confitado, un guiño a la gastronomía argentina sin perder el toque asiático.
El postre no decepciona, y aunque pueda parecer un reto, te recomendamos guardar un espacio (grande) para probar los manjares que prometen cerrar la comida con broche de oro. En primer lugar, el gran orgullo de la casa: Avaricia, una tarta de chocolate amargo con maracuyá y espuma de café. Otra opción para quienes disfrutan los sabores un poco más fuertes es el pastel de queso con peras en conserva, servido con el helado de mascarpone más cremoso de la vida. Finalmente, para las almas tradicionales, el flan de dulce de leche con crumble de nuez y helado de almendra tostada es un último apapacho para dar por terminado este viaje gastronómico en tierras conocidas.
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