Morelia, la ciudad rosa donde las construcciones barrocas han perdurado al paso del tiempo, es uno de esos destinos que merecen recorrerse a pie y con calma. Además de probar todas las delicias regionales que la capital michoacana tiene para ofrecer, una de nuestras actividades favoritas para hacer en este lugar es pasear y dejarnos envolver por la cantera rosa y la historia. Estos son algunos edificios en el Centro Histórico de Morelia que le dan identidad a la ciudad.


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Templo y Conservatorio de las Rosas
A solo unas cuadras de la Catedral, en pleno Centro Histórico de Morelia, el Conservatorio de las Rosas es uno de los edificios con más historia en la capital michoacana. En lo que alguna vez fue el ex convento de Santa Catalina de Siena, en 1743 se inauguró el Colegio de Niñas de Santa Rosa, donde se dice que estudió Ana María Huarte, quien eventualmente se casaría con Agustín de Iturbide. Este colegio siempre tuvo una inclinación hacia la formación musical, y aunque la institución cerró en 1870 para darle distintos usos al edificio —cuartel militar, hospicio—, hoy en día es la sede del Coro de Niños Cantores de Morelia y de la Orquesta de Cámara de Morelia. A un costado se encuentra el Templo de Santa Rosa, cuyos retablos cubiertos de oro siguen evocando un esplendor barroco.


Centro Cultural Clavijero
Construido a mediados del siglo XVII, lo que hoy es uno de los centros culturales más importantes de Morelia alguna vez fue sede del Colegio Jesuita de San Francisco Xavier. De hecho, el nombre que hoy recibe el edificio hace honor al científico, historiador y filósofo novohispano Francisco Xavier Clavijero, quien impartió cátedra en estas aulas. Después de que cerró el colegio, se convirtió en correccional para sacerdotes, y posteriormente, en el Congreso de Michoacán. Ahora es un centro cultural que promueve la enseñanza, la gestión y la difusión cultural y artística a partir de exposiciones, cursos y talleres, además de rentar el espacio para eventos privados y ferias como Morelia en Boca. Cuando lo visites, no te pierdas el mural ‘Montañas de Michoacán’ del artista michoacano Adolfo Mexiac.


Biblioteca Pública Universitaria
Aunque hoy es la Biblioteca Pública Universitaria, este edificio en el Centro Histórico de Morelia fue un templo que formaba parte del conjunto conventual de la Compañía de Jesús, que también comprendía lo que hoy es el Centro Cultural Clavijero. El inmueble se construyó en la segunda mitad del siglo XVII, y el estilo barroco aún destaca en la fachada. El interior muestra una decoración neoclásica del siglo XIX, así como 12 retablos de madera de la época del convento y siete libros incunables. Hoy en día, es común ver estudiantes haciendo tarea en las grandes mesas de madera.


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Casa Natal de Morelos
Como sabrás, la capital de Michoacán se llamaba Valladolid, y cambió de nombre para homenajear a uno de los michoacanos más célebres de la historia de México. Aunque la casa donde nació el Siervo de la Nación sigue en pie, es importante mencionar que ha pasado por varias remodelaciones desde aquel entonces. Aun así, vale la pena hacer una parada rápida para aprender un poco más sobre la vida personal de una de las personas que hicieron posible la independencia de México, así como otros movimientos sociales y luchas que determinaron el rumbo del país.


Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo
Hoy en día, este lugar alberga la Preparatoria 1 de la Universidad Michoacana, pero el interés histórico del edificio es tal, que puedes pasar a recorrer el inmueble. Se construyó en el siglo XVII en el centro de la ciudad, e incluso desde entonces fue una de las instituciones educativas más importantes de la Nueva España. Aquí estudió, impartió cátedra y fue rector ningún otro que Miguel Hidalgo, pero por estos pasillos también pasaron figuras como José María Morelos, Ignacio López Rayón, José María Izazaga y Melchor Ocampo. Este último, antes de ser fusilado, pidió que le dispararan a la cabeza para que su corazón fuera enviado a este colegio, donde todavía se conserva la reliquia. Destacan también los murales que decoran la planta alta, dos de ellos a cargo de Fermín Revueltas, y otro más de la artista Marion Greenwood.


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