Europa está repleta de paisajes espectaculares dignos de postal que más de una película se ha encargado de retratar a la perfección. De entre la enorme lista de lugares encantadores, Giethoorn debe ser uno de los más bellos. Conocido como la Venecia de Holanda, entre las casas con techos de paja y los comercios locales serpentean los canales en lugar de calles, de modo que la escena de la gente yendo de un sitio a otro en bote es francamente surrealista. En medio de todo este encanto bucólico, Giethoorn presume su propio restaurante Michelin para colocar la cereza en este pastel que se desborda de flores y brilla con sus aguas.
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Este pueblo encantador se fundó en el siglo XIII, y durante los siglos XVI y XVII alcanzó su esplendor gracias al auge de la turba, un combustible fósil muy popular en aquella época. De hecho, los canales que se utilizan hoy en día se crearon en esa época para facilitar el transporte de este material, y el pueblo comenzó a expandirse sobre los islotes que se ramificaron alrededor de estos. A pesar de que se encuentra a solo una hora y media al norte de Amsterdam, Giethoorn forma parte del Parque Nacional Weerribben-Wieren, y la forma más sencilla de llegar desde la capital hasta este pueblo de ensueño es con un tour, pues, como podrás imaginar, llegar y moverte en coche por Giethoorn (aunque es posible), es bastante complicado.
Las barcas tradicionales que utilizan tanto locales como turistas para ir y venir se llaman ‘punter’, pues igual que en Venecia y en Xochimilco, se impulsan con palos a través de las aguas poco profundas. Sin embargo, existen lanchas con pequeños motores que son bastante más cómodas y sencillas de manejar. También es posible moverse por Giethoorn a pie y en bicicleta a través de su sistema de puentes, muchos de ellos construídos por los propios habitantes para conectar sus casas con el resto del pueblo. En invierno, los canales se congelan y es posible recorrer el pueblo deslizándose con patines sobre el hielo (sí, exactamente como en un cuento de hadas).
Giethoorn puede recorrerse en un par de horas y sus atractivos son más bien sus paisajes bucólicos y sus encantadores restaurantes a las orillas del agua, pero definitivamente el secreto mejor guardado de esta tierra de cuento de hadas es De Lindenhof, un restaurante con dos estrellas Michelin que te sorprenderá con su cocina honesta y sofisticada, y una ubicación francamente encantadora.
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Ubicado en una espléndida granja con techos de paja y un precioso jardín inglés, De Lindenhof basa su propuesta gastronómica en el potencial y la calidad de sus ingredientes. En una atmósfera hogareña y acogedora pero sin duda refinada y elegante, el chef Martin Kruithof rescata las recetas tradicionales y las trae al plano de la cocina contemporánea que navega entre la alta cocina y los platillos honestos en los que cada uno de los ingredientes reluce tanto a la vista como en el paladar. Por supuesto, el chef también tiene su propio bote atado al muelle en el canal detrás del restaurante, y a veces incluso organiza excursiones alrededor de Giethoorn para comer y compartir con sus comensales.
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