Caminamos por las calles de la CDMX sin imaginar las historias que esconden muchos de sus edificios. Pero a veces, esas historias se dejan ver. Como la de la elegante casona que se levanta en la esquina de Orizaba y Tabasco, en la colonia Roma, y que hoy alberga uno de los hoteles más exclusivos de la ciudad: el Brick Hotel. Su arquitectura, su diseño contemporáneo y sus servicios de lujo le han valido un lugar en la prestigiosa Guía Michelin. Pero más allá de eso, entre todas las mansiones que embellecen esta colonia, esta destaca por la historia que guarda. Su nombre, que en inglés significa ‘ladrillo’, no es casualidad, sino una pista de su pasado. Sigue leyendo para descubrir los secretos que se esconde entre sus muros.


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Ladrillos traídos de Inglaterra: la historia detrás del Brick Hotel
La historia del Brick Hotel se remonta a los años dorados del porfiriato, cuando Porfirio Díaz, enamorado de Europa y sus lujos, conoció en 1890 a Sir William Newbold, entonces director del Banco de Londres. Con la intención de traer a la capital mexicana una institución bancaria de ese nivel, Díaz invitó a Newbold a mudarse a México. El banquero aceptó, pero puso una condición nada modesta: que su mansión fuera construida con ladrillos traídos directamente desde Inglaterra. Díaz, decidido a cumplir la petición, ordenó que los ladrillos fueran transportados en buques desde Europa. La tarea no fue sencilla y la construcción se prolongó hasta 1909, justo cuando la Revolución Mexicana comenzaba a ganar fuerza. Al ver la inestabilidad, Newbold decidió no mudarse a México y, poco después, Porfirio Díaz se exilió en Francia.


De mansión presidencial a cerrajería, y hoy a un hotel de lujo
La mansión se quedó sin dueño durante más de una década, hasta que en 1920 el entonces presidente de México, Álvaro Obregón, la ocupó y vivió ahí durante su mandato y hasta su muerte en 1928. La casa pasó a manos de su viuda, María Tapia, quien decidió mudarse con sus hijos a Sonora. Entonces la propiedad quedó bajo el resguardo de Fernando Torreblanca, secretario personal de Obregón, quien la convirtió en un espacio de entretenimiento. A mediados de los años sesenta, don Celso Álvarez, un vecino de la colonia, compró la casa para transformarla en la Cerrajería La Moderna, que se volvería la más popular del barrio. Pero como si el destino tuviera otros planes, al retirarse don Celso, la casona otra vez quedó abandonada, y fue hasta principios del siglo XXI que cambió de manos pero esta vez, los nuevos dueños decidieron convertirla en un hotel. Contrataron al arquitecto Nahim Dagdug, quien le dio nueva vida combinando el estilo de La Belle Époque con un toque moderno y artístico que hoy distingue al Brick Hotel. Ahora ya sabes que su nombre, Brick, es un homenaje a los ladrillos color mostaza traídos desde Inglaterra, que sellaron su leyenda.


El Brick Hotel hoy, una estancia de lujo en la colonia Roma
Hoy, el Brick Hotel ofrece una experiencia de hospedaje tan exclusiva como su historia. Cuenta con 17 habitaciones y suites donde se combina el encanto clásico de la casona con un diseño contemporáneo y sofisticado. Algunas habitaciones tienen balcón o terraza, otras incluyen áreas de trabajo o salas de estar amplias, y la espectacular rooftop suite que se distribuye en dos niveles. En cada espacio se nota la atención al detalle: iluminación inteligente, ropa de cama de lujo, baños con regaderas tipo moon shower, inodoros inteligentes y amenidades de alta gama. La decoración mantiene un aire elegante con tonos neutros, espejos y ventanales de piso a techo que llenan de luz natural cada rincón. Además, el hotel cuenta con un lujoso spa con sauna y baño turco, así como un gimnasio boutique con clases personalizadas. Y el desayuno a la carta está incluido en el hospedaje.


Restaurante Cerrajería: el sabor creativo del Brick Hotel
Más allá de las habitaciones, la experiencia se despliega y se complementa con varias propuestas para comer y beber, desde el Embury Speakeasy and Lounge, la Terraza Orizaba con vistas encantadoras, y por supuesto, el Restaurante Cerrajería, que desde hace un año se viene reinventado bajo la guía del chef tapatío John Bertrand. Él le ha dado una nueva identidad con una cocina mexicana contemporánea, ilimitadamente creativa donde los sabores, texturas, técnicas y combinaciones poco comunes sorprenden en cada plato. Hay opciones a la carta, pero si quieres vivir la experiencia completa, el menú degustación es un viaje de principio a fin. Con todo esto, el Brick Hotel se consolida como una propuesta imperdible en la CDMX, ya sea para hospedarte o para disfrutar de una comida memorable en su restaurante. ¡No dejes de conocerlo!
Dirección: Orizaba 95, Roma Norte, Cuauhtémoc
Página: brickhotel.com.mx



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