Oaxaca es uno de los destinos más aclamados de México, y con justa razón. Este estado en la costa del Pacífico al sur del país distiende una cantidad impresionante de opciones para planear las vacaciones de tus sueños, sean las que sean. Una de las facetas más populares de Oaxaca son sus destinos costeros, especialmente Puerto Escondido. Y es que si tú también te consideras un indeciso, este lugar lo tiene todo: sitios arqueológicos, paisajes naturales, una muestra gastronómica destacable y preciosas artesanías. Por si fuera poco, hay varios hoteles en Oaxaca que no solo aseguran la máxima comodidad durante tu viaje, sino que también ofrece una propuesta arquitectónica que demuestra que no es necesario viajar muy lejos para tener una experiencia única. Tal es el caso de Terrestre, un hotel que te hará sentir como en Egipto o Capadocia sin necesidad de salir del país.
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Terrestre es parte de un complejo que propone articular una experiencia diferente —más consciente y responsable— de Puerto Escondido, en el que se encuentran otros proyectos culturales como Casa Wabi, y espacios con una propuesta gastronómica innovadora como el restaurante Kakurega Omakase y la mezcalería Cobarde. Por supuesto, uno de los pilares fundamentales del proyecto es cuidar el ecosistema de las costas, de modo que la playa y los paisajes naturales son uno de los puntos focales de la arquitectura de este hotel en Oaxaca. Este tipo de espacios invitan a los visitantes a vincularse con el entorno a partir de actividades al aire libre como el surf, la observación de aves, meditación, senderismo, cabalgata y un espectáculo de bioluminiscencia.
Ubicado estratégicamente entre el mar y las montañas, la arquitectura de Terrestre —diseñada por el prestigioso arquitecto mexicano Alberto Kalach a partir de materiales 100% locales— se enfoca en crear espacios que despierten a los sentidos y los conecten con el entorno natural. Por supuesto, ese vínculo con el ambiente no termina ahí, pues este hotel en Oaxaca promueve un turismo más sustentable y respetuoso tanto con las comunidades como con las especies que habitan este territorio. Es por eso que toda la energía del hotel proviene de paneles solares y su diseño permite la ventilación adecuada de los espacios para mantenerlos frescos sin necesidad de utilizar aires acondicionados.
Este hotel en Oaxaca invita a los huéspedes a vivir un viaje de relajación y conexión, alejados del mundo exterior y las demandas de la vida cotidiana, a través de sus 14 villas privadas, su restaurante al aire libre, su alberca y carril de nado rodeados de suntuosas áreas verdes, y su espectacular spa Hammam, cuya estructura escultórica en forma de hexágono ofrece siete cámaras para crear una experiencia del todo estimulante a partir de baños ancestrales con agua a diferentes temperaturas.
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Cada una de las 14 villas de Terrestre tiene su propia terraza y alberca privada y crea una experiencia orgánica que se funde con el paisaje a partir del uso de materiales como la madera, el concreto, el ladrillo y los textiles naturales, todos expuestos para potenciar las virtudes de sus colores y texturas; cada uno de los elementos que conforman el diseño de interiores fue hecho a mano e impregnado con olor a copal para enaltecer aún más a los sentidos y el espíritu místico del lugar. Aquí, las puertas se abren de par en par para recibir al ecosistema que envuelve al hotel e invita a los huéspedes a pasar el día en las hamacas y sillones de la terraza con vistas hacia el océano Pacífico.
Para continuar la experiencia, no podía faltar un restaurante al aire libre cuyo menú fusiona las cocinas mexicana y mediterránea para ofrecer platillos frescos y apapachadores elaborados a partir de productos locales. La mixología de la casa es espectacular, y cuentan también con una amplia cava de vinos cuyas etiquetas han sido cuidadosamente seleccionadas para maridar tan bien con los platos como con el paisaje. A un costado del restaurante se encuentra el mirador, una plataforma desde la cual se pueden admirar, hacia un lado, las impactantes montañas de la Sierra Madre, y hacia el otro, las aguas azules del océano Pacífico.
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