Cuando se trata de encontrar el maridaje perfecto, todo está en potencializar los sabores, aromas y texturas de un buen vino y un buen queso (y un buen pan. Jamás subestimes el poder de un buen pan). Sin embargo, es normal sentirse perdido entre tantas opciones, así que aquí te dejamos una guía de cómo lograr un buen maridaje de la mano de Le Petit Gourmand, una pequeña boutique escondida en Lomas de Chapultepec, donde encontrarás una experiencia increíble, así como los mejores quesos y vinos franceses.
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Lo primero que hay que saber es que existen tres tipos de maridaje. El maridaje geográfico se basa en la premisa de que los sabores de la misma región siempre van bien juntos. Si no te sientes muy seguro de por dónde empezar, definitivamente esta es la mejor opción para no errar (¿siempre funciona? No, pero la probabilidad de errar catastróficamente disminuye).
El maridaje por afinidad busca las cualidades de cada componente, y se centra en buscar aquellas características compartidas que, al juntarse, se potencian. El objetivo es siempre cuidar el balance, sin caer en excesos y procurar que ningún elemento eclipse al otro. Esto aplica sobre todo cuando se trata de aromas y sabores suaves, pues es fácil que esas notas se pierdan al combinarlas con algo más fuerte.
Finalmente, el maridaje por contraste busca complementar el vino y el queso; es decir, un queso muy salado va bien con un vino dulce y, en la gran mayoría de los casos, los quesos franceses maridan mejor con vinos blancos. En general, este maridaje aplica mejor cuando tenemos sabores, texturas y sabores muy potentes, pues en la boca pueden tener un encuentro estrepitoso que, lejos de armonizar la experiencia, convierte el paladar en un campo de batalla.
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Ahora, hay un tercer elemento que, al integrarse de forma correcta al maridaje, puede hacer toda la diferencia: el pan. En esta ocasión, la asesoría proviene de las manos expertas de Luvina Quemain, fundadora de LPan. Un consejo fundamental es recordar que la baguette es un pan que combina bien con todo, pues la levadura neutraliza la acidez para respetar los sabores del queso y el vino. Por otro lado, hay que tener en cuenta que, aunque el pan integral no lleva azúcar, sí tiene cierto nivel de glucosa —y por ende, cierto nivel de dulzor— proveniente de la cáscara del trigo. Finalmente, las texturas pueden ser tus grandes aliadas, sabiéndolas utilizar: el ajonjolí del pan brioche, la porosidad de la masa madre, lo crocante y lo esponjoso del croissant.
Al final del día, el gusto es un parámetro más bien subjetivo y siempre es cuestión de probar (una y otra vez) hasta ir reconociendo las características de cada queso, cada vino y cada pan, e identificando las combinaciones que más nos agradan. El gran objetivo del maridaje perfecto es crear la experiencia más agradable posible, así que relájate y disfruta de todas las posibilidades que puedes armar con solo tres ingredientes.
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