Muchas veces, cuando pensamos en la playa nos vienen a la mente el sol, la arena, el calorcito, los mariscos y las oleadas de turistas durante el verano. Pareciera que la única forma de escapar de las multitudes es buscando algún sitio recóndito, alejado de hoteles y restaurantes. Sin embargo, todavía existen lugares que conservan un encanto más bien secreto, conocido principalmente por los locales, quienes los cuidan celosamente por su belleza y cercanía a las ciudades. Una de ellas es Pichilingue, una playa a 20 minutos de La Paz donde no hay olas ni multitudes, pero sí excelentes mariscos y almejas chocolatas.
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Una playa sin olas muy cerca de La Paz
Lo primero que hay que saber sobre Pichilingue en La Paz es que se trata de una bahía cerca del muelle al que llegan los cruceros que vienen de visita a Baja California. Sin embargo, esta playa está lo suficientemente alejada como para pasar desapercibida por los montones de turistas. Quizá esto se deba también a que Playa Balandra —quizá la más famosa de toda la península— se encuentra a solo diez minutos en coche—. Pero la realidad es que si lo que buscas es una playa tranquila, sin olas y con aguas cristalinas para nadar y pasar el día, Pichilingue es una gran opción. Incluso podrás practicar algunas actividades acuáticas, como kayak, paddle board y snorkeling, para culminar con una caminata por la playa al atardecer.
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Un lugar famoso por sus almejas
Ahora bien, además de su encanto natural y sus aguas serenas, Pichilingue en La Paz es una playa muy famosa entre los foodies. Es importante mencionar que aquí la oferta no es fancy, pues imperan los restaurantes sobre la playa para comer con los pies enterrados en la arena mientras disfrutas de la brisa del mar. La estrella son las almejas chocolatas y rellenas, el plato típico de La Paz. Otra de las ventajas de visitar esta playa —a diferencia de otras como Balandra— es la practicidad, pues hay restaurantes y clubs de playa con baños, regaderas y alimentos y bebidas para que no te preocupes por nada más que disfrutar.
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