Hay lugares que nos encantan desde el primer momento en el que ponemos un pie en ellos. El mejor complemento para una carta variada es un entorno que destaca por su hermosa arquitectura y por su especial atención a cada detalle de la decoración. Piedra Sal es así; se trata de uno de esos restaurantes a los que sencillamente se te antoja ir cada vez que piensas en darle un break al estrés de la vida diaria para ir a comer rico en un lugar bonito.
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La arquitectura del lugar estuvo a cargo del estudio de arquitectura Verónica González Zavala (VGZ), mientras que las escaleras fueron diseñadas por el artista Luis Venados. Al llegar, tendrás la sensación de estar al aire libre, rodeado de plantas, vegetación y detalles en madera que a nosotros simplemente nos encantan. Si lo prefieres, puedes solicitar un lugar en su rooftop, el cual resulta el entorno ideal para una tarde de tragos con amigos o incluso para celebrar tus eventos privados.
Sin dar más vueltas, debemos pasar al tema de la carta, la cual se divide en ostiones y almejas, sashimis de corte fino, sushi, bowls de pescado, entradas, sopas y ensaladas, pastas, pescados y mariscos, carnes y aves, guarniciones y postres. Todo preparado con materia prima de primera calidad que como principal objetivo tiene resaltar los sabores y jamás disfrazarlos. El sazón de su cocina fusiona sabores mediterráneos con tintes de la costa mexicana.
Durante nuestra visita a piedra sal, comenzamos con una espléndida tostada de atún y con unas Tiritas de Pescado, las cuales acompañan con rodajas de cebolla ceniza, chile serrano y brotes de cilantro. Para marinarlo, utilizan una mezcla de jugo de cebolla morada elaborada con jugo de limón, naranja y aceite de olivo. Se trata de una opción fresca y con mucho sabor, ideal para acompañar el cóctel de tu preferencia.
Posteriormente, llegó frente a nosotros un drink que sinceramente nos sorprendió por su sabor, pero sobre todo por su originalidad. Se trata de las bolas de esquites con salsa cremosa de aguacate, los cuales nos cautivaron con su sabor a elote, epazote y por su fusión de texturas que van desde lo crujiente hasta lo cremoso. Un imperdible durante tu visita.
Al poco tiempo, disfrutamos de un filete de pescado al ajillo, acompañado con papas fritas y espinacas a la crema y queso. La textura del pescado era espléndida, pues se derretía como mantequilla ante nuestro tenedor. Su sabor espléndido, con el toque justo a ajo y ese sabor a auténtico a costa que tanto nos encanta.
Para finalizar nuestra espléndida comida, cerramos con broche de oro acompañados de una tarta de plátano con caramelo, la combinación ganadora para los fanáticos del dulce. No te puedes ir sin probarlo.
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