México es un país megadiverso no solo en términos de especies animales y vegetales, sino también de ecosistemas y todos los minerales que se esconden en sus tierras. Ya desde la época prehispánica se sabía que había sitios en los que bastaba con cavar un poco para ver brillar los destellos dorados y plateados, pero fue durante la época virreinal que realmente se empezaron a explotar estas minas. A pesar de que en realidad esta actividad ha disminuído considerablemente, todavía existen varios pueblos mineros que conservan todo el esplendor y el brillo de sus mejores épocas.
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MINERAL DEL MONTE
Hidalgo es uno de los estados mineros por antonomasia, y Mineral del Monte es uno de los pueblos mineros más impresionante que encontrarás aquí. Y es que su historia se inscribe en sus calles y sus muros como capas geológicas. Ya desde la época de los toltecas y mexicas este lugar era conocido por sus turquesas y sus minas de oro, plata, cobre y estaño, y durante el virreinato fue uno de los centros plateros más importantes de toda la Nueva España. En el siglo XIX, este lugar recibió una importante migración inglesa que trajo consigo no solo la tecnología de las máquinas de vapor —la más avanzada de la época—, sino también un sincretismo cultural que todavía hoy se puede apreciar en su arquitectura, el panteón inglés y los típicos pastes (inspirados en los ‘pastries’ ingleses).
EL ORO
Ubicado en el Estado de México, El Oro es uno de los pueblos mineros más chiquitos y encantadores que puedes recorrer fácilmente en un fin de semana. Ya desde el nombre se adivina el metal que le dio su esplendor a este lugar, y aunque la tradición minera terminó hace generaciones, el oro sigue siendo parte fundamental de la identidad y de las expresiones culturales de este Pueblo Mágico, sobre todo en las artesanías que se venden en el Centro Artesanal El Oro, donde además de piezas de orfebrería, encontrarás piezas de barro, ocoxal —hojas de pino secas—, muebles, comida y licores.
REAL DE CATORCE
Real de Catorce es uno de los pueblos mineros más legendarios de San Luis Potosí, y aunque su mayor apogeo empezó a finales del siglo XVIII, siguieron siendo líderes en la extracción de plata hasta bien entrado el siglo XX. Este increíble pueblo de piedra conjuga ese brillante pasado platero con un milenario y colorido contexto huichol, con lo cual resulta que Real de Catorce es uno de esos destinos totalmente únicos que se van desenvolviendo conforme te adentras en su historia y su cultura. Uno de los grandes emblemas de este lugar es el Túnel de Ogarrio, construido durante el Porfiriato, y es un excelente ejemplo para visualizar cómo eran las minas ‘de socavón’ de la época.
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HIDALGO DEL PARRAL
La tradición minera de este pueblo en el estado de Chihuahua se remonta a las primeras décadas de la Colonia, cuando, en 1567, se establecieron aquí las minas de plata de Santa Bárbara. Durante la época virreinal, esta región —ubicada en el territorio donde habitaban los indios conchos—, Parral creció considerablemente gracias al gran desarrollo minero, agrícola y ganadero, y en el siglo XVII se le llegó a considerar como la capital del mundo de la plata, cuyo auge continuó a lo largo del siglo XVIII y hasta el XIX. En sus calles todavía se puede adivinar el gran esplendor que alcanzó el pueblo en sus mejores días, y vale la pena darse una oportunidad para explorar el Palacio Alvarado —una casona de principios del siglo XX que perteneció al dueño de la mina La Palmilla y que hoy es un museo— y el Museo de Pancho Villa (pues fue en este pueblo minero donde asesinaron al Centauro del Norte).
MINERAL DE ANGANGUEO
Enclavado en medio de las montañas de la Sierra Madre Oriental, este pueblo platero en Michoacán presume un importante pasado minero. Aunque Angangueo se estableció como uno de los principales pueblos mineros del estado desde tiempos de la Colonia, no destacó sino hasta casi finales del siglo XVIII, este lugar pronto se convirtió en uno de los destinos más atractivos entre inmigrantes y comerciantes deseosos de probar su suerte en las minas de estas tierras. En este pueblo se puede observar todavía la influencia cultural de las oleadas de alemanes, ingleses, franceses y norteamericanos cuyas mineras pasaron por esta región.
PINO
Muy cerca de la frontera con San Luis Potosí, pero todavía dentro del estado de Zacatecas, este es uno de los pueblos mineros menos conocidos, pero incluso ha sido reconocido como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO por haber pertenecido al famoso Camino Real de Tierra Adentro durante la época de la Colonia. El nombre del lugar no hace alusión a los frondosos bosques que lo rodean, sino a la docena de chimeneas de las fábricas que se erguían en este lugar en tiempos de bonanza minera. Actualmente, vale la pena visitar este lugar para pasear por sus calles, plazas y jardines y adentrarse en su espléndida historia.
