¿Cuántas veces no hemos escuchado —y quizá incluso repetido— aquello de que ‘Tlaxcala no existe’? Si bien se trata del estado más pequeño del país, Tlaxcala es un destino repleto de atractivos para todos los gustos, desde buena gastronomía y hoteles increíbles, hasta mucha historia y paisajes naturales sublimes. Tanto así, que casi podemos asegurarte que no basta un solo viaje para descubrir todos sus tesoros. Estas son solo algunas de las razones por las que amamos Tlaxcala.


Para visitar sus tres Pueblos Mágicos
Aunque sea el estado más pequeño del país, Tlaxcala cuenta con tres Pueblos Mágicos muy a la altura del título y merecedores de una visita: Huamantla, Ixtenco y Tlaxco. Ubicado en las faldas de La Malinche, Huamantla es probablemente el más famoso, con sus tapetes de aserrín, sus ex conventos y sus casas afrancesadas. Aunque menos popular, Ixtenco es famoso por su gastronomía, especialmente la Feria del Maíz, así como el enorme legado otomí del pueblo. Por su parte, Tlaxco es conocido por su laguna y sus paisajes cubiertos de magueyes, ideal para una escapada íntima para enamorarse de Tlaxcala.

Zona Arqueológica de Cacaxtla-Xochitécatl
Si lo tuyo es el turismo cultural, entonces Tlaxcala será un destino imperdible. Si todavía no conoces la Zona Arqueológica de Cacaxtla-Xochitécatl, es momento de hacerlo. Se calcula que su apogeo llegó entre los años 650 y 900 d.C., cuando esta poderosa ciudad política, comercial y militar estuvo ocupada por los pueblos olmecas-xicalancas. Hoy en día, destacan todavía sus impresionantes murales, que son algunos de los mejor conservados de Mesoamérica, además de asombrosas figurillas femeninas de barro que nos muestran los elaborados tocados y vestimentas de esa época. Entre los edificios, sobresale la Pirámide de las Flores.


Ex Convento Franciscano
Hace unos años, la UNESCO integró a su lista de Patrimonio Cultural de la Humanidad este asombroso edificio virreinal ubicado al sureste de la plaza principal de Tlaxcala. El día de hoy, el nombre completo es Complejo Conventual Franciscano de Nuestra Señora de la Asunción, e incluye la Catedral de Tlaxcala y el Museo Regional. Aunque fue construido durante los primeros años de la colonia, destaca por su altar principal de estilo barroco.

Bosques llenos de luciérnagas
Durante los meses de junio, julio y los primeros días de agosto, los bosques en las faldas de la Sierra Nevada que se desprende del Iztaccíhuatl se iluminan con las luces de miles de luciérnagas. Si Tlaxcala ya es de por sí un destino que vale la pena visitar, lo es aún más en esta temporada. Es importante recordar que para admirar este espectáculo natural, es necesario unirse a un tour o contratar a un guía, tanto para no perderse en la oscuridad del bosque como para no dañar el ecosistema ni alterar el hábitat de estos insectos. En Rancho La Soledad incluso puedes hacer un recorrido magueyero y probar el pulque durante el día, ver luciérnagas en la noche y quedarte a dormir en un glamping.

Minas de Tiza
¿Alguna vez te ha pasado que ves una foto increíble en internet, y te llevas la sorpresa de descubrir que es México? A nosotras sí, miles de veces, y lo mismo nos pasó cuando descubrimos las Minas de Tiza en Tlaxcala. Bastará con manejar media hora desde la capital tlaxcalteca para descubrir este conjunto de cavernas de arcilla blanca, las cuales dan pie a un paisaje que parece sacado de una película de ciencia ficción.

Val’Quirico
¿Una villa italiana a menos de dos horas de la CDMX? Existe, se llama Val’Quirico y está en Tlaxcala. Inspirado en los pueblos medievales en Europa, este lugar es único en su tipo. Nació como un complejo residencial en medio del campo, donde también encontrarás restaurantes, boutiques, galerías de arte, pequeños hoteles y montones de actividades para hacer en familia, en pareja o con amigos, como tiro con arco, jaulas de bateo, lanzamiento de hacha, montar a caballo, entre otras. Sin duda, conocerlo es toda una experiencia.


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