Lo sé: el ramen está en boga y seguramente en un momento te vienen a la cabeza varios lugares en la CDMX donde se prepara. Si bien siempre se celebra la variedad y es un gusto saber que existe más de un sitio donde comer delicioso, empiezo a pensar que quizá no le damos suficiente crédito a la complejidad de este platillo asiático que se ha popularizado desmesuradamente en Occidente. Recientemente nos invitaron a conocer el Ramen Night de Momiji, un speakeasy gastronómico en una de las calles más tranquilas de Las Lomas, donde la atmósfera hogareña y el trato personalizado envuelven con un halo de cotidianidad una de las cocinas más excepcionales con las que nos hemos topado en la ciudad.
Para hablar de Momiji y de lo que hoy es un fascinante speakeasy gastronómico con uno de los mejores Ramen Nights de la ciudad, primero hay que hablar de las mentes (y las manos) maestras al frente de su cocina: los chefs Cristina Hanhausen y Raymundo Pérez. A pesar de la corta edad de ambos, sus trayectorias son sencillamente sorprendentes. Para empezar, basta con decir que ambos fueron reconocidos dentro de los mejores chefs del mundo por San Pellegrino Young Chef Academy —estamos hablando de un top 15 y un top 5 en una competencia de una escala equiparable a la prestigiosa lista 50 Best—.
Por supuesto, este reconocimiento no fue fortuito; por un lado, Cristina estudió en el CESSA para después irse a Italia a completar su formación en las cocinas de Osteria Francescana, un restaurante del chef Massimo Bottura dos veces nominado a mejor restaurante del mundo, y de Pizza Duomo, el cual cuenta con tres estrellas Michelin y una estrella verde de la misma guía. Mientras tanto, Raymundo mostró desde siempre un profundo interés por la cocina japonesa, de modo que cruzó el océano para entrenarse en Les créations de Narisawa, un restaurante con dos estrellas Michelin y otra estrella verde a cargo del chef Yoshihiro Narisawa. Para dimensionar este dato: este lugar ha sido reconocido no solo como el mejor restaurante de Japón, sino de Asia entera.
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Desde su regreso a México, Momiji ha sido un proyecto que ha merecido todo el empeño y la dedicación de Cristina y Raymundo, y eso se traduce en una historia de evolución constante en la que la calidad y la pasión no han flaqueado ni un momento. Particularmente los Ramen Nights traen consigo una larga historia, primero porque Raymundo tuvo un foodtruck de ramen saliendo de la universidad, segundo por su propia formación en Japón, y tercero, porque Momiji nació como un servicio de catering que, durante la pandemia, organizaba ventas de ramen para apoyar al equipo de meseros que no había tenido trabajo en meses.
Así pues, hoy en día Momiji es un espacio que, aunque se esconde, no pretende ser exclusivo sino que invita a sus comensales a pasar y maravillarse con dos experiencias totalmente diferentes. Por un lado, las Ramen Nights que arrancan todos los viernes a las 5:00 p.m. con un menú corto pero preciso que contempla también tragos sorprendentes. Gyozas, edamames, dos tipos de ramen —los cuales requieren 20 horas de cocción para el caldo y 24 para la carne— y un postre que te volará la cabeza: se llama Chawanmushi y es básicamente un flan salado con jarabe de sake, crema montada de cardamomo, nori y avellana. Ya te imaginarás la locura que es cada mordida.
Por otro lado, todos los sábados Momiji ofrece un menú distinto con la intención de sorprender a sus comensales en cada visita. El común denominador que puedes esperar de todos los platillos es un elemento disruptivo que despierte sorpresa en la boca, respeto por los ingredientes y sus temporalidades, y la ejecución perfecta de las técnicas adquiridas por los chefs a lo largo de sus trayectorias. Si bien todos los menús son diferentes, la historia de vida de Cris y Ray es la médula espinal de todo lo que probarás, sus raíces genealógicas, sus viajes, sus aspiraciones. Algo importante que vale la pena considerar es que para este día, es especialmente recomendable contar con reservación, pues además de que el espacio es reducido, en esta cocina siempre se busca reducir el desperdicio al mínimo, de modo que casi siempre procuran cocinar para un número exacto de personas.
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Por otro lado (y por si no había quedado claro), dado que Raymundo y Cristina disfrutan sobre todo esa chispa creativa y los momentos que pasan ideando cada menú y preparándose para el gran día, todavía mantienen vivo un servicio único en su clase: experiencias fine dining totalmente personalizadas, con un menú de degustación diseñado específicamente para cada comensal. En fin, nos parece el plan foodie más romántico y emocionante que puede existir en la vida, sobre todo si se trata de celebrar ocasiones especiales. Solo es cuestión de contactar al equipo y describir lo que deseas.
¡Coman, disfruten y compartan!