El mundo de los destilados mexicanos se extiende por toda clase de territorios y paisajes, desde los valles del sur hasta los desiertos del norte del país. Y es que la maravilla de estas bebidas y destilados deriva de la aventura sensorial que proponen: no se trata solo de las notas que percibimos en la boca, sino todos los lugares y las historias que evocan. En el caso del sotol —un destilado cuyas raíces se siembran en el desierto de Chihuahua— platicamos con Ricardo Pico, el embajador de la marca Nocheluna, quien nos contó el fascinante camino que ha recorrido este destilado en la última década para convertirse en una de las botellas imprescindibles en la cava de todo amante del buen beber.
La historia del sotol como destilado se remonta décadas e incluso siglos atrás. Extraído de la planta salvaje Dasylirion (una planta emparentada con el agave y conocida coloquialmente como sotol), este destilado estuvo siempre profundamente ligado con el campo y la agricultura, pues más que una producción comercial, la bebida se destilaba para el autoconsumo bajo procesos artesanales y, casi siempre, clandestinos. De hecho, según cuenta Pico, hasta hace una década era difícil rastrear a los productores de la zona, de ahí que el encuentro con don Eduardo Arrieta, Maestro Vinatero de cuarta generación, haya sido casi milagroso.
Después de este encuentro, Pico y Arrieta unieron esfuerzos para consolidar una comunidad ‘sotolera’ para preservar los conocimientos y las tradiciones, así como buscar condiciones de trabajo dignas para los productores y compartir este maravilloso destilado con un público más amplio. Poco a poco, la idea fue creciendo hasta captar la atención de Iván Saldaña, Maestro Destilador de Casa Lumbre, una empresa mexicana enfocada en rescatar licores y destilados que capturen la esencia del territorio nacional (como Gin Las Californias, Ancho Reyes, Alma Finca, entre otros).
Si bien a partir de ese momento la producción de Nocheluna comenzó a crecer, siempre se ha cuidado mantenerse fiel a los procesos artesanales desde la cosecha hasta la destilación, con el fin de rendir homenaje y tener siempre en cuenta a los ancestros y las tradiciones que forjaron el camino del sotol. Un aspecto que vale la pena destacar es que, para poder utilizar la planta de la cual se extrae el destilado, se trabaja de la mano con SEMARNAT para asegurar prácticas sostenibles que no perjudiquen al ecosistema del Desierto de Chihuahua, ya que el Dasylirion crece de forma silvestre —y este espíritu salvaje es precisamente lo que dota de identidad al Sotol Nocheluna—.
Ahora bien, ¿a qué sabe Sotol Nocheluna? El perfil sensorial de esta botella es bastante versátil y con mucho carácter, pues don Eduardo Arriaga e Iván Saldaña buscaron crear una receta que se apegara a los sabores más auténticos, pero que fuera amigable con los paladares que apenas están descubriendo este nuevo sabor. En esta botella encontrarás notas minerales con un ligero dulzor que evoluciona hacia lo herbal, con notas un poco más amargas como los frutos secos y el cacao. Por supuesto, la recomendación es beberlo ‘derecho’ para descubrir esa complejidad característica de los destilados más tradicionales, pero si lo prefieres, en su página web puedes encontrar muy buenas recetas para preparar cocteles muy sencillos y deliciosos, como el Agua de Rancho o la Luna Roja.
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