En el estado de Puebla, a solo cuatro horas desde la CDMX y dos desde Puebla capital, se encuentra uno de los grandes tesoros históricos, naturales y gastronómicos de México. Se trata de Tehuacán, una pequeña ciudad que ha cobrado relevancia no solo por su desarrollo económico, sino también por su enorme riqueza cultural. Desde una gran Reserva de la Biósfera, balnearios, manantiales y aguas termales que nacen del deshielo del Pico de Orizaba, hasta uno de los museos mineralógicos más importantes de América Latina, este destino infravalorado en Puebla definitivamente tiene que estar en tu radar para tus próximas vacaciones.
La historia milenaria de Tehuacán
De acuerdo con los reportes arqueológicos, Tehuacán es un territorio que ha sido habitado por diversas comunidades desde la época prehistórica, y aquí se han encontrado algunos de los vestigios más antiguos de la domesticación del maíz y otras plantas, por lo que el lugar se ha merecido también el apelativo de ‘cuna del maíz’. No obstante, su nombre no deriva de este pasado agrícola, sino de los vocablos nahuas que se traducen como ‘lugar de los dioses’, debido a su relevancia espiritual.
Desde la época prehispánica, Tehuacán fue una ciudad imprescindible en la ruta entre Veracruz y Tenochtitlán, de modo que desde aquel entonces fungió como un centro económico y militar importante. Uno de los grandes atractivos del destino, sobre todo entre lxs entusiastas de la historia, es la zona arqueológica de Tehuacán el Viejo, en cuyo museo de sitio es posible admirar más de 80 piezas arqueológicas —entre los que destacan códices y tallas monumentales en piedra y barro de la cultura popoloca— y vestigios de uno de los asentamientos humanos más antiguos de Mesoamérica.
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La impactante Reserva de la Biósfera
Cabe mencionar que el valle Tehuacán-Cuicatlán abarca más de 145 mil hectáreas que se extienden entre los estados de Puebla y Oaxaca. En esta zona converge una gran riqueza biológica, geológica, cultural e histórica, por lo que fue catalogada como Bien Mixto del Patrimonio Mundial por la UNESCO —solo existen dos sitios con esta certificación en México—. Estas tierras albergan aproximadamente 3000 plantas —de las cuales el 10% son endémicas—, así como el 70% de la flora conocida en el mundo.
Pero esta Reserva de la Biósfera ha llamado la atención no solo por su enorme biodiversidad, sino también por su relevancia en el desarrollo de las civilizaciones mesoamericanas. Y es que el valle fue testigo del inicio de la agricultura y del surgimiento de las primeras lenguas del continente. Para saber más sobre estos fascinantes procesos, vale la pena visitar el Museo de la Evolución, el cual narra de forma interactiva el desarrollo y la evolución de la relación entre los seres humanos y la naturaleza. Por otro lado, si visitas Tehuacán, no olvides hacer espacio en tu itinerario para conocer Zapotitlán de Salinas y Santa Ana Teloxtoc, sitios donde encontrarás grutas, fósiles y vestigios arqueológicos.
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Los manantiales y la gastronomía de Tehuacán
¿Alguna vez te has preguntado por qué en México muchas veces nos referimos al agua mineral como ‘Tehuacán’? Esto se debe en gran medida a que esta localidad es hogar de una gran cantidad de manantiales donde se han establecido marcas como Garci-Crespo, Peñafiel, San Lorenzo y Brillante. La mayor parte del agua de estos manantiales proviene de la lluvia y los deshielos del Pico de Orizaba, la cual se filtra al subsuelo generando un líquido puro, apto para el consumo humano y rico en minerales.
En cuanto a la comida, el Mole de Caderas es uno de los platos más emblemáticos de la región, pues todavía se prepara con los ingredientes y los ritos ancestrales para el sacrificio del chivo. Los dulces típicos son otro imperdible entre los que destacan los muéganos y el pan de burro, elaborado con piloncillo, azúcar y manteca, típico de las ferias mexicanas.
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