Bien se sabe que México es famoso por su diversidad —cultural, gastronómica, ecosistémica—, y aunque no es necesario recorrer el territorio de punta a punta para confirmar esta riqueza, hay estados que por sí mismos presentan una muestra ya de por sí amplia de esta variedad. Cuando pensamos en el norte del país, muchas veces pasamos por alto Hermosillo, pero la capital sonorense tiene varios rincones encantadores y llenos de una magia muy particular que la hacen digna de visita. Entre desiertos y mares, aquí te dejamos cinco razones por las que vale la pena visitar Hermosillo, Sonora.
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Por su Centro Histórico
El centro histórico de Hermosillo es una parada obligatoria si estás de paso por la ciudad. La catedral, dedicada a la Virgen de la Asunción, es uno de los edificios más representativos de la ciudad. Aunque en realidad la construcción data de inicios del siglo XX, su fachada ecléctica combina elementos barrocos y neogóticos. En el Palacio de Gobierno se pueden admirar los murales del artista Héctor Martínez Arteche, entre los que destaca El hombre de Sonora, que ilustra la evolución de la vida cotidiana de los sonorenses a lo largo de los siglos. Finalmente, no es raro encontrar eventos culturales y musicales en la Plaza Zaragoza, al centro de la cual se encuentra un precioso kiosco de estilo morisco de hierro fundido traído directamente de Italia.
Por su gastronomía
La gastronomía sonorense es resultado de los procesos históricos y de la situación geográfica del estado —aunque hay una gran diversidad de ecosistemas, la mayor parte del territorio es árido y las temperaturas son altas—. Por un lado, debido precisamente al entorno seco, la base de la alimentación no proviene de la agricultura, sino de la ganadería. Los cortes sonorenses cuentan con una bien merecida fama tanto local como internacional, especialmente la res. Por otro lado, el norte de México es la cuna de la tortilla de harina, el punto de encuentro gastronómico entre los dos pilares de la cocina mexicana y europea: la tortilla y el pan. Sin embargo, Sonora también tiene costa y la otra mitad de la comida del estado proviene de ahí. Desde cortes hasta mariscos, en Hermosillo cada plato está repleto de un sabor característico y porciones abundantes para dejar el estómago lleno y el corazón contento.
Porque desde el Cerro de la Campana se ven los atardeceres más sublimes
Visible desde prácticamente cualquier punto de la ciudad, el Cerro de la Campana recibe su nombre tanto por su forma como por su acústica, pues se dice que al chocar dos rocas una contra otra, el sonido armoniza como el repiqueteo de las campanas. Para lxs amantes de la aventura (o simplemente de las vistas, porque también se puede subir en auto), es posible subir a la cima para apreciar un atardecer sublime y las panorámicas más impresionantes de Hermosillo de noche.
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Por sus museos
Aunque contada, la oferta museística de Hermosillo ofrece un panorama completo a la historia y cultura del estado. Aquí destacamos dos que definitivamente vale la pena conocer para darle un poco de contexto a tu viaje: el Museo de las Culturas Populares e Indígenas, y el Museo Regional de la Universidad de Sonora. El primero, también conocido como Casa Hoeffer, se ubica en una casona porfiriana y cuenta con murales y dos salas que resguardan la historia de las etnias originarias de Sonora, como los seri y los cucapá. El segundo también se encuentra un un edificio porfiriano, pero esta vez enclavado en las faldas del Cerro de la Campana, en lo que fuera la antigua penitenciaría, y el día de hoy exhibe piezas arqueológicas que ilustran la evolución de la vida de los habitantes del estado.
Porque la ciudad está inmersa en los ecosistemas más impresionantes
Paradójicamente, Hermosillo está rodeado de desierto a la vez que se encuentra a tiro de piedra de las playas. En un mismo fin de semana puedes pasar un día de relajación y aventura en Bahía de Kino —un pueblito costero a las orillas del mar de Cortés— y visitar el Bosque de Sahuaros en medio del desierto, donde algunos de los cactus tienen más de 300 años y sobrepasan los 20 metros de altura. Además de que seguro tomarás las fotos más increíbles, ambas experiencias muestran dos facetas únicas de la naturaleza que te dejarán sin aliento.