En el corazón de la localidad de Xaaga, se erige un hotel cuyas raíces se encuentran en la tradición mezcalera de Oaxaca. El espíritu de este lugar gira en torno al amor no solo por la bebida, sino por el proceso entero que va desde cultivar el agave hasta compartir una botella de Mezcal El Silencio durante la sobremesa. Casa Silencio comprende tan solo seis suites que son mucho más que eso: es una experiencia contemplativa que invita a sus huéspedes a vivir el mezcal desde la magia del desierto oaxaqueño.
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Antes de convertirse en hotel, este lugar ya era —y sigue siendo— una de las tres destilerías de El Silencio, y los elementos propios de la práctica mezcalera se integran armoniosamente al diseño del edificio. Al centro del conjunto, los reflectores caen sobre la enorme tahona que muele el agave para extraer su jugo para la fermentación. Fausto Zapata y Vicente Cisneros, fundadores de El Silencio, tenían el claro objetivo de crear una experiencia en la que el protagonista fuera el mezcal en todos los sentidos: las vistas, la comida, los espacios de disfrute e introspección y, por supuesto, los procesos de producción artesanales.
El diseño del complejo es obra del arquitecto mexicano Alejandro D’Acosta, quien procuró proyectar un espacio totalmente sustentable: las paredes se construyen de la misma arcilla del mismo lugar a partir de un método llamado tapial, los techos están hechos de madera oaxaqueña reciclada y la mayoría de la electricidad utilizada en la propiedad proviene de paneles solares. Por su parte, cada una de estas exclusivas suites en medio del desierto está lujosamente decorada para recordar que este estado es, además de todo, uno de los principales núcleos artísticos del país.
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Si el mezcal es el espíritu de Oaxaca, la gastronomía es el cuerpo. En El Silencio hay un compromiso con los chefs y mixólogos locales, para asegurar su crecimiento profesional y personal sin necesidad de migrar a otros estados o incluso a otros países. Detrás de las imperdibles cocinas del hotel figuran nombres prominentes, como los chefs Daniel Robles y Rodolfo Castellanos (ganador de Top Chef México). Entre las increíbles experiencias culinarias que se ofrecen, destaca una degustación de mezcal única en su tipo, con sabores que honran el pasado indígena, entre los cuales encontramos sabores como cacao, recado negro y ate de guayaba con queso.
A pesar de su nombre, El Silencio es un espacio en el que la plática es bienvenida, pues está pensado para compartir la experiencia de una de las bebidas que le dan identidad a la región. Conforme se hace de noche comienzan a escucharse los sonidos nocturnos del desierto, mientras que las luces se encienden y los amigos se reúnen para compartir un trago y crear una atmósfera acogedora, relajada y llena de magia: la esencia misma del mezcal.
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