En el corazón de San Miguel de Allende, El Recinto sigue siendo uno de los secretos mejor guardados del Pueblo Mágico. A primera vista, su entrada sobre la calle ofrece una fachada discreta y un front desk con decoración mexicana y el personal más atento. Sin embargo, una vez pasado ese umbral, este hotel boutique demuestra que no se necesita mucho espacio para contener una de las mejores propuestas de hospedaje y gastronómicas de la zona.
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A lo largo de sus pasillos repletos de plantas se acomodan ocho habitaciones cuyo diseño acogedor con detalles en madera y textiles optimiza al máximo el espacio. Las ventanas abren hacia los patios interiores y su alberca climatizada y jacuzzi, generando así un ambiente íntimo y privado, apartado del ajetreo de la ciudad a pesar de encontrarse a tan solo unas cuadras de la parroquia de San Miguel Arcángel.
El proyecto —desarrollado en colaboración entre la propietaria, Hilda Martínez, y el arquitecto Mario Herrera Holgado— busca el punto de encuentro entre una casa de huéspedes y un hotel, centrándose en elementos fundamentales como la hospitalidad, el trato personalizado y, por supuesto, la comida. Y es que una estancia excelente no se vive únicamente en la habitación, sino que implica un involucramiento completo de los sentidos.
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Es por eso que El Recinto ofrece dos propuestas gastronómicas imperdibles —abiertas para todo público, independientemente de que te alojes en el hotel—: Maeh y Huitzil. Maeh es una pequeña panadería y cafetería que fusiona lo mejor de las reposterías mexicana y francesa para recibir el día con un apapacho. Por otro lado, Huitzil (la más reciente apertura) siembra sus raíces en la cocina mexicana atemporal, la cual experimenta con los ingredientes y le da un giro contemporáneo a las recetas tradicionales. Finalmente, una vez caída la noche vale la pena conocer el rooftop bar, cuya mixología de autor marida estupendamente con las vistas preciosas de San Miguel de Allende iluminado.
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