La comida japonesa no solo es un tema de sabores, aromas y texturas, sino una estética completa que las películas de Studio Ghibli se han encargado de grabar en nuestras memorias para despertar nuestros antojos más profundos. En la Ciudad de México abundan los lugares para comer auténtica comida japonesa, pero Fideo Gordo crea una ambientación única que parece sacada de un ánime, es decir, provee el escenario perfecto para sorber sus fideos hechos a mano.
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Lo primero que notarás apenas entrar al local es la atmósfera retro que nos recuerda que, a pesar de su reciente apertura apenas hace año y medio, Fideo Gordo es el resultado de cuatro generaciones devotas a los fideos. La historia familiar del chef, de hecho, se remonta cien años atrás a la isla de Awajishima, donde su familia elaboraba y preparaba fideos udon y tazones de arroz donburi. Hoy, Fideo Gordo abre sus puertas de miércoles a domingo en la colonia Roma con un menú innovador que adapta magistralmente lo mejor de los fideos japoneses tradicionales a los gustos más profundos de los paladares mexicanos.
Aunque el espacio es pequeño y en general cada rincón tiene su encanto, te recomendamos sentarte en la barra, desde la cual podrás apreciar toda la acción sucediendo en la cocina. Para acompañar el espectáculo, uno de los ‘snacks’ favoritos son los edamames picantes y los shishitos con dip de zanahoria y jengibre, no aptos para los paladares sensibles al chile.
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Otro de los consentidos e imperdibles de la casa es el chicharrón preparado con camarón, callo, lubina e ikura, tal como lo pedías saliendo de la primaria, pero con un giro japonés y mucho más gourmet –pero cero pretencioso–. Si prefieres una opción 100% vegetal, no temas, porque en el menú encontrarás varias, como el udon con salsa de ajonjolí para que nadie se quede fuera.
Por otro lado, además de fideos udon y obi udon, aquí encontrarás uno de los sandos más visualmente impactantes y deliciosos: el sando de jaiba suave, maridado con cerveza Orion de Okinawa —vale la pena notar que, como la mayoría de los ingredientes, muchas de las bebidas son importadas directo desde Japón—. Para terminar, un banana tempura, cuya receta aparentemente exótica trae consigo reminiscencias de la infancia dignas de Ratatouille.
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