Por sus espectaculares aguachiles, sus suculentas micheladas y su gigantesco chicharrón preparado, Mi Compa Chava se ha convertido en uno de los lugares más populares de la ciudad para ir a ‘crudear’ muy a gusto y casi sentir la briza marina con cada mordida. Sin embargo, lo que no todos saben es que además de mariscos ultra frescos y cerveza muy fría, en esta marisquería estilo sinaloa en la CDMX se sirve un postre que debería ser ilegal perderse: la nieve de coco. Y es que no se trata de cualquier cosa, sino de un auténtico manjar que representa el único cierre digno posible para una comida en este lugar.
Quienes hayan visitado cualquiera de las sucursales de Mi Compa Chava (la de Coyoacán o la de la Roma) sabrán que este lugar recrea la atmósfera casual y relajada de los restaurantes en la playa. Esta marisquería en la CDMX no se ha hecho famosa por ser el lugar más ‘instagrameable’ —aunque sus platos sí que son dignos de fotografía—, sino por sus pescados y mariscos traídos directo de las costas de Sinaloa y Baja California. Si vas con amigxs o en familia, te recomendamos pedir un plato para picar al centro, como la Botana Placozona, que trae ostión, camarón curtido, pulpo, paté de pescado ahumado, atún aleta azul, camarón cocido, aguachile y callos.
Por supuesto, también hay platillos individuales —aunque nada te detiene de compartir, mucho menos las porciones— que vale la pena probar, como el pulpo y los camarones zarandeados, las costras de queso asadero rellenas de camarón y las quesabirrias de mantarraya. Cualquiera de los platos de esta marisquería en la CDMX se acompaña casi religiosamente de una michelada, como la Cheve Norteña con carne seca de corvina, salsa marisquera, salsa picante, limón y la cerveza helada de tu preferencia.
Si bien todo en el menú es delicioso y tentador, sí o sí tienes que guardar un huequito para el postre. Desde espectaculares postres tradicionales como el flan de queso, hasta los de temporada como la nieve de chorro de mango enmielado, y pasando por los clásicos reinterpretados como la coyota rellena de dulce de leche —pasada por la brasa y acompañada con crema de vainilla, nuez y plátano frito—, aquí siempre hay una sorpresa para darle un dulce cierre a una comida ya de por sí pecaminosa. Sin embargo, los reflectores se los lleva sin duda la nieve de chorro de coco con dulce de leche de coco, servida con malvaviscos dorados y coco tostado.
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