La CDMX es un paraíso foodie donde todos los meses hay un restaurante nuevo para descubrir. Uno de ellos es Yoru Handroll and Sushi Bar, un ‘rinconcito’ en la Roma que podría pasar desapercibido si no fuera porque incluso un lunes cualquiera sus mesas en la terraza están llenas. Más que solo una barra de sushi, Yoru plantea una forma responsable y comprometida de comer, haciendo hincapié en la tradición gastronómica y cultural detrás de este plato y en la importancia de fomentar las prácticas de pesca sustentable.
Si eres amante del sushi —y probablemente de la cocina nipona en general—, sabrás que aquí no hay margen de maniobra: la calidad del producto y de la técnica hablan por sí mismas. Es imposible tener un buen nigiri si el pescado no está fresco, estas son cosas que no pueden esconderse debajo de ningún condimento ni método de cocción. En Yoru Handroll and Sushi Bar, se busca que todos los productos sean de la más alta calidad, frescos y provenientes de prácticas sustentables. También cuentan con pescas importadas y algunos de sus pescados son curados y añejados con métodos tradicionales de Japón.
Al llegar, podrás elegir dos experiencias distintas: pedir a la carta, o entregarte al criterio del chef Alain Fainsod y probar su omakase —el cual se va diseñando sobre la marcha según tus gustos, tus antojos y tu apetito—. Nosotras nos decidimos por la segunda, y por nuestra mesa desfilaron los rollos y niguiris uno tras otro sin dejar de sorprendernos. Para empezar, probamos el Rollo de Salmón Aguacate, cuya frescura contrastaba con el sabor confortable de la Sopa Miso que vino después.
Entre los rollos y niguiris que probamos, tenemos que recomendar el Niguiri King Crab, cuya textura cremosa es un apapacho en la boca, mientras que el Rollo de Lobina tiene un toque más especiado —sin llegar a ser necesariamente picante— para hacer los sabores explotar en la lengua. Si te gustó este último, te sugerimos probar también el Salmon Spicy Trufa, mientras que si lo que buscas es textura, el Rollo de jaiba —con anguila por fuera— y el Rollo de anguila con foie alioli y trufa.
Como consejo adicional, no te vayas sin pasar a ver la minúscula barra donde se prepara el sushi a toda velocidad. Para extender la experiencia y seguir disfrutando, descorre la cortina al fondo del restaurante para descubrir Hiya Winebar, un speakeasy de vinos con un concepto totalmente diferente, pero igual de delicioso.
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