Visitar la Hacienda San Nicolás Dzoyaxché es como ir a un museo pero con el traje de baño puesto. Y es que este lugar histórico en medio de la selva yucateca no solo conserva el encanto de las antiguas haciendas henequeneras, también tiene albercas donde puedes darte un buen chapuzón después del recorrido. Es una de esas experiencias que solo se viven en Yucatán. El lugar se encuentra en una comisaría del mismo nombre, en las afueras de Mérida, y forma parte de la Reserva Ecológica Cuxtal, creada para proteger tanto el patrimonio natural como cultural de la zona. Hoy, este lugar ofrece a los visitantes la oportunidad de sumergirse, literal y figuradamente, en la riqueza histórica y ambiental de la región.


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Un vistazo a la historia de la Hacienda Dzoyaxché
Antes de hablar sobre lo que puedes hacer en la hacienda, vale la pena conocer un poco de su historia. La Hacienda San Nicolás Dzoyaxché es un verdadero testimonio de la época dorada del henequén en Yucatán durante el siglo XIX, cuando en la región existían cerca de mil haciendas dedicadas al ‘oro verde’. El casco de la ex hacienda data de esa época y, según los registros, su primer dueño fue don Francisco Martínez de Arredondo y Castro en 1852. Tras su fallecimiento, la propiedad pasó a manos de su viuda, la señora Josefina Molina, quien en 1962 vendió una parte a Nacional Financiera. Entre los espacios más llamativos está su capilla, construida en 1926, que guarda una escultura de mármol tallada por un artista italiano en 1888. Cada año, del 10 al 20 de septiembre, se celebra aquí la fiesta en honor a San Nicolás Tolentino, el santo patrono de la hacienda. A pesar de los años, el lugar conserva en excelente estado sus muros, techos y maquinaria original.



Una hacienda histórica con albercas para nadar
El nombre ‘San Nicolás Dzoyaxché’ combina el nombre del santo patrono con el maya ‘Dzoyaxché’, que significa ‘fila de ceibas’, así que imaginarás la belleza natural que rodea todo el lugar. Otra de las peculiaridades de la hacienda es que fue construida justo encima de un cenote llamado Dzonot-Ich, descubierto cuando intentaban excavar un pozo. Hoy se puede bajar a verlo por unas escaleras; sus aguas son cristalinas pero no está permitido nadar en él debido a la fuerza de la corriente. Aún así hay otra opción para refrescarte, y es que originalmente la hacienda contaba con un par de estanques que fueron modificados para utilizarse como albercas y de hecho, ocupan el agua del cenote para llenarlas. Hay piscina más profunda para los adultos y un chapoteadero para los más pequeños.




Qué hacer en la Hacienda San Nicolás Dzoyaxché
Antes del chapuzón, vale mucho la pena recorrer todo el lugar. Hay estacionamiento gratuito si llegas en auto, y al entrar puedes pasear por los amplios espacios de la hacienda, admirar su arquitectura colonial y visitar la antigua casa de máquinas, donde aún se conservan piezas como el tranvía de vía que era jalado por caballos y las desfibradoras que se usaban en la producción de henequén. También puedes visitar su vivero y descansar en las palapas o mesas al aire libre, que son ideales para hacer un picnic. Se permite el acceso con alimentos, hay asadores disponibles y mucho espacio para que los niños jueguen. Es un rincón tranquilo para pasar el día entre historia y naturaleza. La entrada cuesta solo $2 MXN y abre de martes a domingo, de 8:00 a.m. a 6:00 p.m.


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