En la CDMX, existen lugares con un je ne sais quoi imposible de ignorar. Restaurantes memorables en donde los sabores del ayer se fusionan con los de hoy para dar como resultado la más espléndida mancuerna culinaria. Lugares que desde el momento en el que pones un pie dentro, logran robar tu corazón por su ambiente y decoración. Así es Frenchie, la nueva propuesta de Daniel Ovadía y Salvador Orozco, ubicada en el corazón de Polanquito.
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La cocina de este local es puramente francesa, con técnicas que destacan por su savoir faire y extraordinario sazón. Durante nuestra visita optamos por sentarnos en su acogedora terraza, cuyas mesas y sillas hacen alusión a aquellas que es posible hallar en las cafeterías de París.
Para comenzar, su amable personal nos ofreció una copa de vino, un Mâcon-Bussières de uva Chardonnay que nos ayudó a calentar motores para el festín que estaba por venir. Como entrada, probamos los escargots à la bourguignonne, maridados en vino tinto con mantequilla y perejil, flameados con cognac, una oda a los auténticos y más refinados sabores franceses.
Al terminar, probamos la extraordinaria Pissaladière a la leña, servida con cebollas confitadas, anchoas, sardina y aceituna kalamata, la mejor opción para compartir con amigos si asistes al lugar con un grupo grande.
Posteriormente, nos deshicimos del frío invernal al disfrutar de una excepcional sopa de cebolla gratinada con queso gruyère y parmesano reggiano. Su sabor concentrado a cebolla, su temperatura perfecta y el extraordinario sabor de sus quesos convierten a este plato en el imperdible durante tu visita.
Pocos minutos después, probamos el Pithivier de la casa, un hojaldre horneado relleno con pechuga de pato y foie gras con jus de tuétano. Una opción reconfortante que no te puedes perder, con la cocción perfecta y sabores que permanecen en el corazón.
Cuando creíamos que habíamos llegado al clímax de la comida, un extraordinario Steak Frites nos sorprendió por su suavidad y sazón. Este plato consiste en un filete de red Choice cocinado al punto, servido con salsa bernesa y papas a la francesa. Una combinación que jamás falla.
Para cerrar con broche de oro, disfrutamos de una isla flotante con flores y frutos rojos junto con una tarta de chocolate y nuez con helado de praliné. Ambos una pedazo de cielo que no puedes perderte durante tu visita a este pedacito de Francia en pleno Polanco.
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