Los garibaldis son de las piezas de pan dulce más emblemáticas de la Ciudad de México, deliciosos panqués suavecitos y esponjosos elaborados a partir de una masa de mantequilla, rellenos de mermelada y cubiertos completamente de chochitos blancos. Se popularizaron a mediados del siglo XX y, si bien ahora pueden encontrarse en infinidad de panaderías en la capital, existe un rinconcito en Polanco fundado por los creadores del primer Garibaldi, que será perfecto para disfrutar esta maravillosa pieza de pan dulce mexicano en su versión original.
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El Garibaldi es de los panes más entrañables del país, característico de la Ciudad de México y con una deliciosa textura que lo hace irresistible para quien lo pruebe. Este pan dulce cuenta con una historia tan sorprendente como su sabor, una pieza de auténtica esencia mexicana e italiana, originada a mediados del siglo XX y desde entonces considerada como favorita de muchos en la capital.
El primer Garibaldi se atribuye a Giovanni Laposse, un italiano quien llegó a México a trabajar en El Globo –cuando todavía era una casa de té–, para posteriormente dejar el país por algunos años y a su regreso fundar El Globo bajo el concepto con el que se le conoce ahora. Su famoso pan dulce se nombró en honor al militar italiano Giuseppe Garibaldi, popularizado rápidamente gracias a la maravillosa fusión entre su sabor y textura, perfectamente esponjocito y con el toque ácido necesario en su mermelada de chabacano.
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La trayectoria profesional de la familia resultó en la venta de la panadería El Globo y demás proyectos gastronómicos, manteniéndose únicamente un precioso rinconcito artesanal a cargo de Eduardo Laposse –nieto de Giovanni Laposse. Este se llama Gualetti, ubicado en un encantador espacio de Polanco y con una propuesta de desayunos reconfortantes, panadería clásica y, claro está, deliciosos Garibaldis elaborados a partir de su receta original.
Gualetti cuenta con una decoración bastante refinada, con pequeñas mesitas donde tomar un delicioso café y alguna de sus piezas de pan de autor, al igual que una barra donde se exponen cada una de sus creaciones dulces. Si bien en su menú encontrarás la versión original del pan Garibaldi, también vale la pena probar su opción más actualizada, cuya forma aplanada asemeja una galleta y se asegura de mantener su sabor tradicional.