Colombia es un destino cuyo enorme valor cultural y natural continúa enamorando a los viajeros que pisan sus tierras. A tan solo un par de horas de Medellín se encuentra Guatapé, uno de los secretos mejor guardados del distrito de Antioquia. También conocido como el pueblo de los mil colores, Guatapé resguarda la historia de un pueblo que ha sabido hacer frente a la adversidad sin prender el buen ánimo y el entusiasmo por su identidad y sus tradiciones.
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Aunque el pueblo de Guatapé fue fundado a inicios del siglo XIX, fue en la década de 1970 cuando comenzaron a proyectarse las obras de las Empresas Públicas de Medellín, un sistema hidroeléctrico que contemplaba inundar gran parte de los terrenos alrededor de Guatapé para convertirlos en un embalse. Si bien hasta entonces el pueblo se había dedicado más bien a la actividad agrícola, fue en este momento en el que su economía dio un giro para convertirse en uno de los principales centros turísticos del distrito.
El pueblo se puede recorrer plácidamente en un día, pero existen dos atractivos que ningún visitante se puede perder. Por un lado, Guatapé es famoso por sus calles coloridas y sus increíbles Zócalos, los cuales están decorados con pinturas en alto relieve que narran historias referentes a las costumbres, las tradiciones, los oficios, la flora y la fauna que circundan la localidad. Vale la pena visitar la Catedral de Nuestra Señora del Carmen, cuya fachada grecorromana guarda en su interior un retablo de madera tallada y piezas de estilo bizantino. Por otro lado, la Calle del Recuerdo es una vía cuyos muros relatan la historia de la colonización antioqueña; decorada con flores y una fuente artesanal de agua, este es uno de los tesoros que sí o sí hay que recorrer en Guatapé.
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Pero Guatapé también es un destino de enorme valor para aquellos viajeros que siempre están listos para explorar el entorno y maravillarse ante las imponentes panorámicas de la naturaleza. Uno de los sitios de principal interés es el Peñón de Guatapé, uno de los monolitos más grandes del mundo que, con sus 220 metros de altura y sus más de 700 escalones hasta la cima, provee algunas de las vistas más deslumbrantes que encontrarás en Colombia. Y es que desde aquí se puede ver el gigantesco embalse en todo su esplendor, con sus aguas turquesas y sus tierras de un verde que parece imposible. En medio de este escenario digno de postal se alcanza a adivinar una cruz que emerge del agua, señalando la antigua ubicación del pueblo antes de la inundación.
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