Mérida es un destino que enamora con su aire majestuoso y lleno de historia, su gastronomía tradicional que pone muy en alto la cocina mexicana, su escena cultural vibrante y la calidez de su clima y su gente. Paseo Montejo es la avenida principal y también la más conocida de la capital yucateca, con sus casonas porfirianas, una variada propuesta culinaria y mucha vida nocturna. No obstante, esta es solo la puerta de entrada a los muchos encantos de la ciudad. Si viajamos hacia el sur, pasando por el Parque Santa Lucía, la Plaza Grande y el Parque de San Juan, llegaremos al barrio de La Ermita, el primer Barrio Mágico de Yucatán, donde se encuentra el Hotel Cigno, que se postula sin duda como uno de los hoteles boutique más lindos de Mérida.
El barrio recibe su nombre por la Ermita de Santa Isabel, una iglesia bastante austera y con una fachada sencilla que no obstante fue un centro de devoción por encontrarse justo sobre el Camino Real de Campeche —de modo que los más devotos la visitaban para encomendarse a la virgen antes de emprender el viaje—. Al atravesar el lobby de techos altos y tradicionales pisos de pasta del Hotel Cigno, se llega a un pequeño patio dominado por un enorme mural de mosaicos en distintas tonalidades de café que, vistos a través de la cámara del celular, construyen la imagen de la ermita.
A pesar de su reciente apertura, el Hotel Cigno articula su identidad a partir de la recolección de los elementos más tradicionales de la cultura, la arquitectura y el estilo yucateco, sobre todo de sus grandes casonas porfirianas y del colorido de las casas del barrio de La Ermita. Con solo diez habitaciones, este hotel solo para adultos recibe a sus huéspedes con un trato tremendamente personalizado y un espacio acogedor con todo el lujo y las comodidades para hacer de esta una estancia del todo placentera.
Aunque el espacio es pequeño, Hotel Cigno cuenta con dos albercas: una ‘pileta’ en el patio central, rodeada de plantas y mosaicos con patrones geométricos, y una alberca en el rooftop junto al bar. La primera es ideal para pasar un momento relajado y regalarse una mañana sin prisas, mientras que la segunda se presta de maravilla para ver los cielos rosas y naranjas del atardecer mientras disfrutas de un cóctel. Si no te hospedas en el hotel pero mueres de ganas de usar sus instalaciones, no te preocupes, puedes comprar un Day Pass para pasar el día en su alberca de ensueño.
Por otro lado, el restaurante Cigno es uno de los grandes orgullos de este hotel boutique en Mérida, y no es para menos, pues en su cocina el chef Ángel Pelaez Vázquez crea un recorrido sensorial por los platos más emblemáticos de la región, pero que integra también guiños de las gastronomías de otros estados y otros rincones del mundo. Privilegiando el uso de ingredientes locales y de temporada obtenidos a través de pequeños proveedores, tanto los desayunos como las cenas ponen sobre la mesa una propuesta innovadora, fresca y emocionante. Dentro de nuestros favoritos, destacan la ensalada de betabel con espuma de yogurt, el crudo de pescado con leche de tigre de manzana, y el short rib con mole ‘de la abuela’, servido con puré de zanahoria con jengibre y puré de piña.
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