Si eres amante de la cerveza artesanal, seguramente ya conoces la Cervecería Hércules, una cervecera mexicana que a lo largo de una década ha creado una comunidad muy compleja cuya base se encuentra en el histórico barrio de Hércules, en Querétaro. Este lugar esconde muchos más tesoros de lo que aparenta a primera vista, pues detrás de la imponente fachada rosa pálido, rodeada de la vegetación nativa del lugar, se van descubriendo cada uno de los espacios que conforman el ecosistema de Hércules: el hotel, dos restaurantes, un spa, un amplio jardín con alberca y cancha de voleibol, la cervecería, un taller de diseño textil, estudios de arquitectura y fotografía, y tiendas de productos artesanales. Al cruzar la puerta, la magia comienza con el nuevo Hotel Hércules, cuyo encanto congelado en el tiempo y lleno de colores vibrantes te hará sentir como en una película de Wes Anderson.
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Si bien la Cervecería Hércules se fundó en 2011, la historia del edificio donde se encuentra va mucho más atrás. Ya desde 1592, este valle a las afueras de Querétaro vio crecer un molino en el que por más de 200 años se produjo el trigo que alimentaría la zona. Tiempo después, a mediados del siglo XIX, el industrial español Cayetano Rubios construyó en el lugar la Fábrica de Hilados y Tejidos ‘El Hércules’, alrededor del cual poco a poco fue surgiendo el barrio obrero que hasta el día de hoy encuentra su corazón en la fábrica, pues aunque dejó de operar como textilera en 2019, ya desde unos cuantos años latía en su interior el proyecto de la Cervecería Hércules, la cual rápidamente reunió fuerzas para volver a ser el epicentro de trabajo, recreo e identidad del barrio.
Las cuarenta habitaciones del Hotel Hércules se acomodan alrededor del patio central, inconfundible con su imponente escultura decimonónica del célebre héroe griego rodeado de árboles de olivo, y coronado por la Torre del Reloj, una estructura de más de 150 años de antigüedad. Cada cuarto tiene un diseño y una disposición única —desde habitaciones sencillas y acogedoras hasta amplias recámaras de dos pisos o con espaciosas terrazas—, pero la decoración de todos juega con esa esencia atemporal del edificio, e integra elementos ‘retro’ para crear una estética coqueta que aparenta encontrarse en su propia burbuja, lejos del mundo y el tiempo exterior.
Al atravesar el patio, las habitaciones del Hotel Hércules y la Torre del Reloj se llega a Buenavista, un enorme espacio que recupera lo que alguna vez fue una nave industrial, y la convierte en un jardín encantador con cancha de voleibol, una agradable terraza para disfrutar de una cerveza, una buena botana y un menú que te transportará a la playa mientras escuchas música y te relajas junto a la alberca climatizada. Incluso hay ocasiones en las que Buenavista se convierte en un foro musical y reúne distintas bandas y melómanos para disfrutar de un concierto en una atmósfera totalmente única.
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Otro de los espacios destacables del Hotel Hércules es el spa, el cual no olvida su pasado industrial y reinterpreta los elementos de la antigua fábrica para crear un oasis de piletas de agua y plantas endémicas para sumergirte en su circuito hídrico —sauna, vapor, alberca de hidroterapia, pileta de agua helada y agua caliente, solario, baño turco— y sus cabinas de masaje y tratamientos.
La oferta culinaria de Hotel Hércules se mantiene muy a la altura del lugar, con un comedor cuyo menú ofrece distintos platillos de la región, rescatando las recetas tradicionales y reinterpretando los clásicos para convertirlos en el maridaje perfecto para los más de 50 estilos de cerveza artesanal que se producen aquí. Y es que al fondo del edificio se encuentra también la fábrica de Cervecería Hércules, y detrás de esta, el Jardín Hércules, el cual está abierto al público y ofrece un menú apapachador perfecto para una tarde con amigos o una cena romántica y relajada. Muchas veces, el espacio se convierte en foro musical para recibir a distintas bandas de culto y emergentes.
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