En el corazón de la Roma, al estilo speakeasy, se encuentra escondido el nuevo y prometedor ‘it place’ de la CDMX. Se trata de 1985 Anti Fine Dining, un templo gastronómico que se caracteriza por su cocina relajada, que le permite al comensal probar cosas nuevas, sin etiquetas o juicios, pero sí con un giro de creatividad en cada bocada. Se trata de un lugar creado específicamente para quien disfruta de una gran comida o cena con excelente servicio, calidad y propuesta culinaria.
Ubicado en Orizaba 76 en una mística casa con escaleras doradas, la propiedad tiene más de 100 años, por lo que al momento de entrar, lo primero que encontrarás es una casa que respeta su estilo original pero que fue remodelada para dar como resultado una estética art decó barroco contemporáneo, con un comedor, tres salones privados, un bar y próximamente una terraza.
1985 Anti Fine Dinig se inspira en un mosca como su ícono para demostrar su mirada jovial, satírica y caótica, ya que es lo último que quisieras encontrar en un platillo. Este nuevo hotspot rompe con formalismos y le quita lo ‘estirado’ a la alta cocina, volviéndola una experiencia humana. Donde los nombres de los platillos y coctelería son clichés, sin la necesidad de hacerlos demasiado extensos o complicados, todo se expone tal y como es.
Este espacio es resultado de la propuesta del Chef Alfredo González, quien reinterpreta los sabores de la comida mexicana desde su percepción con un toque original, divertido y sobre todo delicioso. Durante tu visita, no te puedes perder las entradas frescas, como el Black Mamba; unas láminas de kampachi fresco curadas en aguachile negro y aceite de chiles y el Tiradito de Jícama; con callo de hacha, aguachile de harissa y jícama lactofermentada.
Entre los platillos que más representan al lugar y que definitivamente no encontrarás en otro lugar, se encuentra el Risueño; un risotto con salsa cotzito, mejillones, alioli de tinta de calamar y yema de huevo curada en salsa de soya, el cual mezclas hasta obtener un color negro, su Calamardo y colifor; una coliflor en adobo rostizada, piña confitada y puré de calamar, lo que da como resultado un sabor que recuerda al tradicional pastor con piña pero con toque a mar. Además, necesitas probar la Lengüita; cortes finos de lengua de res en larga cocción con recado negro y kale frita, acompañado de tortillas recién hechas. Una alternativa exquisita para preparate tus tacos al gusto y meter las manos a la comida.
Durante tu visita, cierra con un Happy Ending; un mousse de chocolate 70% cacao, caramelo, semillas y una galleta de sablée de chocolate con sal, o con un Farzafran; crema de limón y maracuyá, granita de azafrán, confit de piel de naranja con polvo de chiles, flores de zarco y sorbete de limón y mandarina. Vale la pena acompañar el postre con un Negroni, sin duda uno de los mejores que encontrará en la CDMX. No te olvides de probar su coctelería de autor, con mixología original, divertida y una opción para cada gusto, aún cuando no tomas alcohol.
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