Se dice que en Tlaxcala no hay mucho que ver porque es el estado más pequeño de la República Mexicana, sin embargo, dentro de sus cuatro mil kilómetros cuadrados resguarda distintas zonas con tesoros históricos, legados culturales y paisajes naturales dignos de ser descubiertos. Este es el caso de Ixtenco, un pequeño pueblo que presume ser el último sitio, dentro del Altiplano tlaxcalteca, en donde se ha conservado la cultura otomí de una manera fuerte y distintiva. Se ubica en las faldas del volcán La Malinche, a 50 minutos de la capital de Puebla y a solo dos horas de la Ciudad de México. La Secretaría de Cultura lo nombró Pueblo Mágico en 2023 y reconoció tres principales atractivos: la preservación de su identidad ancestral, el enorme orgullo por sus raíces indígenas y la calidez de sus habitantes.
Hombres y mujeres de maíz
El tesoro más grande de Ixtenco es el maíz, el cultivo de esta especie nativa los ha acompañado por décadas y forma parte de su identidad. Aquí, siembran más de 35 especies de semillas de maíz que son todo un espectáculo multicolor pues hay maíces azules, blancos, negros, rojos, rosas, morados y de muchas más tonalidades que los pobladores utilizan para crear bellas artesanías con los granos de la mazorca, como majestuosos cuadros de paisajes, bisutería de collares y aretes. Tal es la creatividad, que tienen el Museo Comunitario de Ixtenco en donde exhiben estas piezas de arte creadas por los más destacados artífices de la región, también se muestran piezas arqueológicas halladas en la localidad. Por supuesto, la cocina tradicional de Ixtenco gira en torno al maíz, algunos platillos que podrías probar son las tortillas de colores, el chile atole, el panqué de atole y el atole de maíz morado, entre otros derivados de esta planta gramínea.
Un pueblo de tradiciones
Una de sus celebraciones más populares es la Fiesta del Maíz, que se celebra entre los meses de marzo y abril y que tiene como propósito defender y promocionar las distintas variedades de maíces criollos. A través de talleres, exposiciones y conferencias dan a conocer los procesos de producción y reproducción en las parcelas de los campesinos para aminorar el uso de productos químicos y así, salvaguardar lo que por años ha sido el sustento de la población. En la feria también se realizan actividades culturales de danza, música, teatro y compra-venta de semillas.
El bordado de pepenado es otro de los tesoros de Ixtenco pues se trata de una actividad que fusiona técnicas indígenas e hispanas para plasmar en el textil preciosos paisajes inspirados en la montaña Malintzi y en la iconografía que remite a sus leyendas. Otra de sus celebraciones es la Feria en Honor al Santo Patrón, San Juan Bautista, que se celebra el 24 de junio, caracterizada por la colocación de tapetes de aserrín de colores y flores sobre las calles principales del pueblo. Estos tapetes pueden ser admirados en un largo recorrido de tres kilómetros pero no son pisados ya que es el paso de la imagen de San Juan Bautista durante la peregrinación.
¿Qué ver?
La parroquia de San Juan Bautista es la joya arquitectónica de Ixtenco, una de las más antiguas de la región, construida en el siglo XVI, se caracteriza por haber sido edificada con piedra de la localidad y resalta el hecho de que su torre y su campana son las más grandes de los edificios eclesiásticos en Tlaxcala. Ixtenco también cuenta con distintas haciendas llenas de leyendas, toma tu tiempo para recorrerlas porque son cuatro: la ex Hacienda San Antonio, la de San José Bautista, la San Santiago y la de San Cristóbal, todas con historias sobre tesoros escondidos en su interior que, según cuentan, aún no han sido descubiertos.
Para los que prefieren turismo de aventura, a un costado del pueblo se encuentra el cerro Xalapasco, una loma de origen volcánico conocido como ‘El Señor de los diez cráteres’, debido a su gran actividad volcánica hace miles de años, se pueden apreciar desde la cima distintas cavidades originadas por las erupciones. Aquí también es posible acampar, practicar senderismo o ciclismo. A unos kilómetros se encuentra el Parque Nacional La Malinche, un área protegida, con un entorno lleno de naturaleza en donde es posible realizar senderismo, al llegar a sus partes más elevadas se puede contemplar la impresionante vista del Pico de Orizaba, el Iztaccihuatl y el Popocatépetl, tres de los volcanes más famosos del país.