Un éxtasis visual nos invade al contemplar el Templo de San Francisco Acatepec. Una vez más, Puebla nos vuelve a cautivar con su esplendor arquitectónico. La apariencia de esta joya barroca evoca la majestuosidad de los templos rusos aunque vista de cerca parece una iglesia hecha de porcelana. Para su construcción, llevaron la azulejería a un nivel que roza el delirio y transforma la admiración en estupefacción. La estructura se erige como un enorme juguete de cerámica, desafiando nuestras expectativas. En lugar de contemplar una mera iglesia, nos adentramos en un mundo de colores brillantes, donde cada detalle fue hecho para fascinar, si querían que nos acercáramos a Dios, con esta obra de arte lo consiguieron.
El templo se encuentra en la localidad de San Francisco Acatepec, del municipio de San Andrés Cholula, a 25 minutos del centro de Puebla. Aunque no se conoce con exactitud la fecha de construcción de la iglesia, una pintura que se encuentra en el interior hace suponer que fue en 1730. Sin embargo, los planes de su construcción remontan al siglo XVI, cuando la orden franciscana se estableció en el lugar para fundar un pequeño convento, también se dice que fue uno de los primeros templos construidos en el estado. El templo es reconocido por su fachada de mosaicos de talavera policromada, –el arte de pintar o decorar con varios colores–, combinados con ladrillo rojo. La cerámica del templo fue elaborada a mano entre los años 1650 y 1750, época en que la talavera poblana se convirtió en el elemento decorativo de los edificios barrocos.
El color de la cerámica hace alusión a la Virgen María, por el blanco y el azul, y a su esposo, San José, por el verde y el amarillo. Los azulejos cuentan con una rica simbología, en la parte de abajo se puede ver un cordero que representa el sacrificio de Cristo, y a la derecha una garza, que puede simbolizar a San Francisco de Asís. A un lado de la puerta, hay conjuntos de tres columnas en cuyo diseño hay flores que simbolizan a María. Cada lado posee un hueco con estatuas de piedra; en el lado izquierdo se encuentra José y del lado derecho a Pedro. El amplio atrio de forma octogonal y sus tres accesos completan la belleza del conjunto arquitectónico.
Aunque la fachada es lo más llamativo, el interior también guarda sorpresas, con retablos y decoraciones hechas de estuco dorado que revelan la tradición poblana por el fino trabajo artesanal. El templo sigue una planta de cruz latina, un diseño arquitectónico común en las iglesias católicas. Esto significa que el edificio se organiza en torno a un crucero central y brazos que se extienden hacia los cuatro puntos cardinales. El retablo principal es una pieza clave del interior, presenta una rica decoración de elementos arquitectónicos y esculturas que representan escenas bíblicas. Aunque en 1939 el templo sufrió un incendio en su interior, fue restaurado íntegramente gracias a la existencia de documentos fotográficos. Luego del incendio, la decoración del interior fue reconstruida por la familia cholulteca Pantle, quienes se dedicaban a la yesería, dicho trabajo de restauración duró 25 años. El templo también fue una locación de cine en 1946, para la película ‘Enamorada’ del director Emilio Fernández, que estuvo protagonizada por María Félix y Pedro Armendáriz. Este templo es un lugar que no puedes dejar de visitar si estás en Puebla. Su belleza, historia y significado cultural lo convierten en un destino imperdible para cualquier amante del arte y la arquitectura.